Para las personas de mi
generación (tengo 48 años) los cambios que hemos visto en la tecnología son
enormes y han supuesto una adecuación de nuestra parte para poder usarla o
quedar anclado al pasado. Y es que mucha de la tecnología que antes era
imprescindible, hoy solo son piezas de museo. Reliquias que probablemente sean
usadas en lugares remotos, donde la tecnología aun no ha alcanzado. En alguna
parte leí que la última fábrica de maquinas de escribir ensambló la última
máquina fue hace unos cinco años.
Mi generación pasó de la máquina
de escribir, a las primeras PC, a las tablets en unos pocos años. Cada una
suponía un reto, una adecuación de nuestro cerebro. Creo que la experiencia más
difícil en estos sucesivos cambios fue el uso del “ratón” en las
computadoras, pues en la mayoría de estas (excepto aquellos privilegiados que
tenían una Mac) todas la fuciones se realizadan con el teclado. Pero cuando se incorporó el
ratón, supuso para nosotros un nuevo nivel de “motricidad fina”, que los
humanos aprenden en su niñez. Recuerdo lo difícil que era que el cursor no se desplazara descontroladamente a los extremos de la pantalla. El ratón suponía un
movimiento milimétrico, de operación de un neurocirujano. Hoy en día, ese no es
un reto para un niño, ni siquiera para aquellos que lo tienen en sus manos por primera vez. Lo
usan con naturalidad y van aprendiendo en la marcha sin dicultad alguna.
Con estos nuevos dispositivos,
nuestra vida ha cambiado completamente. Ahora tenemos toda la información a
nuestra mano. Cumpleaños, direcciones, mapas, fotografías, citas, curiosidades,
libros, chistes y hasta “sexo” me atrevo a decir. Incluso, nos van
conociendo poco a poco, pues estamos interactuando con ellos mucho más que con
otras personas. Se dan cuenta de nuestros gustos, de nuestra localización y
van sacando conclusiones. Ya no hay que apelar a la memoria para saber algo.
Cargamos con nosotros una extensión de nuestro cerebro.
Ahora, ¿Qué pasara con nuestro cerebro en el futuro? .
(Una anécdota de esto me ocurrió hace poco tiempo. Estaba leyendo una novela del autor estadounidense Paul Auster (un libro físico, por cierto), y el protagonista era un especialista en Edgar Allan Poe. Recordé entonces los cuentos de Poe traducidos por Julio Cortázar, y tomé mi celular y en Google comencé a escribir “Cuentos completos…”, y entre las opciones de búsqueda con esas dos palabras apareció”: “Cuentos completos Edgar Allan Poe traducción por Julio Cortázar”… Creo que si hubiera visto un demonio, no me hubiera impresionado tanto. ¿Me “conoce” tanto el celular o casualidad?)
Ahora, ¿Qué pasara con nuestro cerebro en el futuro? .
(Una anécdota de esto me ocurrió hace poco tiempo. Estaba leyendo una novela del autor estadounidense Paul Auster (un libro físico, por cierto), y el protagonista era un especialista en Edgar Allan Poe. Recordé entonces los cuentos de Poe traducidos por Julio Cortázar, y tomé mi celular y en Google comencé a escribir “Cuentos completos…”, y entre las opciones de búsqueda con esas dos palabras apareció”: “Cuentos completos Edgar Allan Poe traducción por Julio Cortázar”… Creo que si hubiera visto un demonio, no me hubiera impresionado tanto. ¿Me “conoce” tanto el celular o casualidad?)
Hoy en día estar en
cualquier lugar, nuestra casa, un aeropuerto, un centro comercial… la mayoría
de las personas está usando algunos de estos dispositivos. Incluso funciona
como un medio para aliviar la ansiedad. ¿Estamos en un lugar donde no conocemos
a nadie?, pues el dispositivo nos conecta con alguien que no está presente. Es
decir, ahora estamos frente a más y más estímulos, y la cuestión es si realmente
podremos asimilarlo, especialmente con los niños. ¿Es bueno o es malo que se
expongan a tanta información?. Que esa realidad “Alterna”(virtual), se
convierta en su verdadera realidad, y que el mundo físico, e incluso el mundo
de las ideas, del pensamiento, pase a un segundo plano por ser menos atractivo.
Cuando yo era niño, se hablaba
del daño que podía causarnos la televisión, esa caja de imágenes frente a la
que nos quedábamos embobados. Pero la televisión con la que crecí era bastante
limitada en cuanto a las opciones. Los programas que podían interesar a un niño
se transmitían en un determinado horario. La interacción con lo que estaba del
otro lado de la pantalla era cero. Pero hoy tenemos una variedad de opciones en
una tableta que tenga conexión a internet. ¿Puede compararse el “daño” de la
televisión con que nos asustaban nuestros padres, con el “daño” que pueden causar
estas nuevas tecnologías?, además muchas de las tecnologías que nosotros y
nuestros hijos usan, no existían hace unos pocos años, por lo que es muy
difícil saber cómo les afectará, para bien o para mal.
Por otro lado tenemos las llamadas “Redes Sociales”. Muchas veces, cuando navego por Facebook o por Instagram, veo muchos de mis amigos “compartiendo” su información: fotos, lugares, pensamientos…y me surgen muchas dudas sobre lo que puede motivar a que su “red” se entere de tantas cosas: ¿Se siente solo (a)? ¿Quiere alardear? ¿Quiere aparentar algo que no se corresponde con sí mismo?. Porque el concepto de amistad tiene ahora una contrapartida en el mundo virtual que en ocasiones pueden ser contradictorios. ¿Es tu amigo alguien que estudió en la escuela contigo pero tienes décadas sin verlo? Ahora tenemos más “amigos”, pero ¿con cuántos de ellos podemos contar realmente?
En un futuro no muy lejano, estos dispositivos
nos conocerán tan bien que por distintas sutilezas (nuestras expresiones,
nuestra voz, nuestra redacción de un texto) sabrán cómo nos sentimos, y nos
hablarán y nos preguntarán que nos pasa, nos darán consejos probablemente
precisos sobre qué hacer, tomando información de infinitas bases de datos. Y
así tal vez se nos olvide interactuar con nuestros amigos (reales o virtuales)…
pero nuestro teléfono los felicite por nosotros por sus cumpleaños, por sus
logros o envíe condolencias por la pérdida de un ser querido. O tal vez, nos recomiende
que debamos acercarnos a alguien querido para no olvidar el contacto humano. Vamos a ver que ocurre en los próximos años.
Jesús López Cegarra
La tecnologia tiene grandes ventajas, pero como todo, tambien tiene su parte oscura. Las redes hacen cada dia las pública esa vida que se desea reflejar, y una vida relacional "digital" que no siempre se compadece en su totalidad la vida real. El peligro esta en no discriminar la vida real de la digital, porque en definitiva abandonarse al mundo digital es tambien abandonarse a la soledad o incapacidad de interactuar entre personas. Curioso es que al tiempo que hay mas redes y mas tecnologia de interconexion se generan mas movimientos radicales y reviven ultraderechistas y izquierdistas que poco saben de equilibrio, diversidad, tolerancia y de humanidad. Hoy dia hasta se piensa que con tan solo opinar en redes se resuelven los problemas de la vida real y cotidiana. Un efecto del ensayo-error de las nuevas tecnologías. El ser humano aprende entre errores y aciertos... ya veremos en que deviene esto en unos 7 o 10 años... Por cierto, que alegria leer tu blog Jesus!
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