sábado, septiembre 20, 2025

Una lectura seria – Parte I

Hace unos cuantos años, no menos de veinte según mis cuentas, hablaba con una persona a quien por algún tiempo considere amigo, y quien al igual que yo, se percibía como un “lector curioso”, por definirlo de alguna manera.

Un “lector curioso” pudiera ser alguien que no se enfoca en un solo tema y que la lectura es más un placer que una obligación, es un escape, vivir una realidad alterna construida en nuestra mente a partir de las palabras escritas. Es el goce a través de textos que tienen el don especial de estar bien elaborados, que plantean al lector una propuesta estética, más allá del contenido. Ortega y Gasset u Octavio Paz son grandes estilistas con independencia de las ideas filosóficas que buscan desarrollar.

El asunto es que este amigo me preguntaba que estaba leyendo en ese momento. Era una novela de Arthur Conan Doyle -ACD en lo sucesivo - (no relacionada con su personaje “Sherlock Holmes”, creo que era “La tragedia del Korosko” aunque pudo haber sido otra). Pero mi amigo me recriminó porque pensaba que yo leía “cosas serias”. 

En ese momento me extrañó el comentario y sobre todo ese ataque velado a ACD. Creo que se trataba más de un prejuicio basado en la ignorancia, porque aunque son muy pocos que puedan dar cuenta de cualquiera de sus libros fuera del mundo de Sherlock Holmes, obviamente su gran aporte fue la creación y el universo particular de este detective, que caló profundamente en la cultura popular y que pervive en el imaginario colectivo como alguien que tuvo o tiene una existencia real en el mundo de los humanos.

Pero esa recriminación al valor literario de ACD, ¿es justo o puede contar con la deferencia de ser recomendado porque su obra refleja los elementos que le atribuimos a la buena literatura? Porque acá dejo otro planteamiento. ¿Es la popularidad de un libro un factor de advertencia, un “no-no”?, O más aun, ¿Qué podemos concluir de ese raro fenómeno en el que el personaje creado gana una fama que sobrepasa a su creador, el “Deicida” del que habla Mario Vargas Llosa es sepultado por uno de sus personajes?

El mismo ADC llegó a molestarse con su creación, porque su fama alejaba a los lectores de lo que el consideraba que había otras obras que merecían mayor reconocimiento, y esa animadversión llegó al punto que mató a Holmes de mano de su némesis, el Dr. Moriarty. (Recuerdo que cuando leí en mi juventud el relato de la muerte de Holmes, sentí indignación y hasta cierto sentimiento de luctuoso, aun cuando estaba consciente de que su autor lo iba a “resucitar” … 

La indignación de los lectores llegó a tal punto que aplicaron lo que hoy llamamos “cultura de cancelación contra la revista que publicaba las historias, y el mismo ACD supo que la muerte de Holmes también tendría un impacto en sus finanzas. ¿Acaso tal vez el cine y la televisión no le debe a ACD su reconocimiento de traer de entre los muertos ciertos personajes que luego entendieron que aun tenían “potencial “económico?)

Por mi parte, he sido lector de ACD, y he encontrado gratos momentos en la lectura de sus obras, desde los cuentos y novelas de Sherlock Holmes, hasta las obras serias que ACD quería que fueran la verdadera referencia a su obra, aunque muchos de estas obras serias, he olvidado el nombre y contenido, o solo guardo un recuerdo muy brumoso de su trama. La “Amnesia in literis” a la que se refería Patrick Suskind. 

Jesus Lopez Cegarra


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