I.
Inés Quintero, historiadora
venezolana, plantea una nueva visión profundamente documentada y objetiva de
Francisco de Miranda, en su libro “EL HIJO DE LA PANADERA”. Lo primero que
atrae del libro es la soltura con que está escrito. Es diáfano, entretenido, y
a la vez argumentado sobre los temas que son de interés para conocer al hombre
y sus circunstancias. Miranda es sin duda uno de los personajes más complejos
nacidos en América, fue a su vez un hombre universal, pero a su vez empecinado
y obsesionado con la emancipación de las Colonias españolas.
El ensayo sobre Miranda se inicia
con un acontecimiento que le debió haberle marcado profundamente marcado: la
querella que un grupo de blancos criollos poderosos de Caracas inician contra
el padre de Miranda, por basada en que Sebastián Miranda no debía hacer uso de
ciertos privilegios que solo estaban destinados a quienes eran “… las primeras esferas de la ciudad y descendientes de sus más
ilustres pobladores”, y no un “(…) individuo de inferior calidad (…) que
ejercía el oficio de mercader (…) y estaba casado con una panadera.” . La
decisión final de este juicio fue favorable a Miranda, pero seguramente le dio
señales inequívocas a Francisco que en ese mundo era casi imposible desarrollar
sus potencialidades. Poco tiempo de concluido el juicio, se iría de Venezuela a
acometer una de los periplos más intensos e interesantes hechos por hombre
moderno alguno, no solo por los lugares que visitó, sino por las personas con
quienes se relacionó y con las que pudo trabar amistad. Dejo a los
lectores del libro que descubran quienes
fueron.
II.
De la lectura de la obra de
Quintero, podemos apreciar varias
características importantes resaltan de la personalidad de Miranda. Una,
que era un gran seductor, no solo con respecto al sexo femenino (faceta que la
autora le dedica algunas páginas), sino también con sus ideas y sus visiones,
al punto que en no pocas personas se vieron atraídas por la empresa que Miranda
estaba preparando para la América española, y estaban dispuestas a financiarla,
pero igualmente era un histrión, lo que seguramente le granjeó no pocos adversarios.
Por razones que son difíciles de entender, siempre estuvo rodeado de la
polémica y hasta misterio. No era raro que se le considerara espía o agente de
algún gobierno.
También era un hombre de ideas, y
las iba registrando su pensamiento y sus planes, que dan cuenta de su vida en
diversos aspectos, parte de lo cual correspondía con los planes de
independencia que exponía, literalmente hasta el cansancio, a las autoridades
de Francia, Estado Unidos y Gran Bretaña, pero sus planes y visiones eran
quijotescas: Insistía y hasta aportaba pruebas de que en las colonias
americana, bastaba el menor impulso para que se sublevaran contra el Imperio
español. Sin embargo, su primera incursión en tierra venezolana en 1806 para
otorgar esa ansiada libertad, terminó en el más ruidoso fracaso y casi en su
ruina económica. Sin embargo, ese incidente no logró apagar sus deseos.
III.
El momento de Miranda pareció
llegar en 1810, con Napoleón Bonaparte conquistando Europa y la influencia que
ello tuvo en España y en la América Española y así lo pareció prever el
“Precursor”. Con los acontecimientos del 19 de abril, y la visita de una
delegación enviada a Londres formada por Simón Bolívar, Andrés Bello y Luis
López Méndez enviada a propósito de informar a las autoridades venezolanas
sobre lo que acontecía en América. Miranda entiende que la hora ha llegado y se
embarca rumbo a su natal Caracas. Fue recibido con homenajes y tomó parte en
las deliberaciones que desembocaron en la declaración de Independencia del 5 de
julio de 1811. Pero la preciada libertad no era querida ni deseada por todos.
Algunas provincias venezolanas se rebelan contra los designios de Caracas, y
corresponde a Miranda someter a los alzados. Pero sus acciones y decisiones
para lograr tal fin son objetadas y cuestionadas por un sector de los
independentistas, lo que seguramente causaba molestias en Miranda.
Miranda vivía entre intrigas,
sospechas y al mando de un ejército poco formado y con poca o nada formación en
la disciplina militar, sin olvidar que los algunos mantuanos le tenían
desconfianza. Mientras tanto, el ejército realista avanzaba sin obstáculos y
conquistando plazas importantes. En medio de este desbarajuste, cae Puerto
Cabello, a manos de un también inexperto Simón Bolívar, lo que fue sin duda el
principio del fin. Tal pérdida es tan importante, y Bolívar está tan consciente
de ello, que así se la hace saber a Miranda por correspondencia. El estado de
ánimo del futuro Libertador era desolador
Con reticencia, le entregan a
Miranda poderes absolutos y extraordinarios para tratar de solventar la difícil
situación. Sin embargo es poco lo que puede hacer, todos los esfuerzos por
mantener ese ensayo republicano son infructuosos. Miranda aprende de una manera
dura que no había deseo de libertad como él lo creyó fervientemente por muchos
años, por lo que le corresponden dos tareas difíciles: justificar la
capitulación para salvar lo poco que quedaba (la alternativa a eso era una
potencial y devastadora guerra civil) y capitular. El ejército realista estaba
en una posición ventajosa, por lo que era poco lo que podía conseguirse a favor
de los republicanos.
La capitulación no fue bien vista
y le generó a Miranda críticas severas. Miranda prepara sus cosas para irse del
país, incluyendo “(…) una importante suma
de dinero perteneciente a las arcas de la República (…)”. En La Guaira es
juzgado por un grupo de republicanos contrarios a la capitulación, entre los
que se encontraba Simón Bolívar, quien “(…) propuso fusilarlo por traición
(…)”. Sin embargo lo toman prisionero y lo entregan a las autoridades
realistas. Nos cuenta Quintero que “Pocos
días después de este hecho, Simón Bolívar obtuvo pasaporta para salir de
Venezuela (…)”. El episodio de la
capitulación y la entrega de Miranda a los realistas es sin duda uno de
los más controversiales de nuestra historia, pues se puede entender que las
pasiones, la desconfianza mutua entre un sector de los republicanos y Miranda
privaron sobre la razón y sobre los hechos, más aun si interpretamos que era
poco lo que se podía lograr si se continuaba la lucha. La autora por su parte,
igual analiza los hechos y nos da su visón al respecto.
El libro de Quintero contribuye
de manera especial a entender a este singular e importante hombre de la
historia universal.
Jesús López Cegarra
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