Dedicado a mis amigos Alirio Perez Lo Presti; Daniel Márquez Breto y Roger Vilain
Venezuela ha vivido desde 1999
hasta el presente (2014), un conjunto de situaciones muy contradictorias y
hasta extravagantes, con llegada al poder del teniente-coronel Hugo Chávez. Desde
su irrupción en las pantallas de televisión, donde profirió un corto discurso, se convirtió (para bien o para mal- para mal yo digo)
en uno de los principales protagonistas del siglo moribundo y el comienzo del
milenio
Se puede seguir el hilo de
acontecimientos que han llevado a la situación presente al año 1992,
cuando dos rebeliones militares cambiaron completamente el panorama político. Es
harto conocido que los principales partidos políticos estaban
desprestigiados y la crisis económica había desalentado a más de un venezolano,
pero existían igualmente intereses de algunos sectores de la sociedad, para dar
al traste con las instituciones y negar cualquier atenuante. Se trataba de una
conspiración que contaba con grupos económicos, “intelectuales”, medios de
comunicación entre sus más activos participantes, y que dieron soporte a las
aspiraciones del teniente-coronel.
Entre las cosas que en lo personal
recuerdo del mito mediático que se construyó alrededor de los cabecillas de ambas
rebeliones, era que se trataba de militares de una gran inteligencia y
formación académica, preñados de las mejores intenciones y con el deber
“patrio” de restaurar la democracia y poner en plena vigencia la Constitución
Nacional de 1961, “mancillada” por los políticos en el poder. (En mi caso,
bastó tratar de leer un librito atribuido a Chávez, para desvirtuar por
completo ese perfil de seres superiores que se le trató de endilgar. Ver “Un
Brazalete Tricolor” Si algo se puede colegir de las páginas de ese libro
plagado de lugares comunes y redactado en un estilo farragoso, era la
convicción de Chávez de que es el ejercito quien debe tutelar y guiar a la
nación). No obstante, apenas llegan al
poder, descargan toda su ira sobre el librito que supuestamente justificaba la
aventura golpista,
Los intentos de golpe de estado
del año 1992 abrieron un debate, que en gran medida estuvo mediatizado (en
favor de los golpistas) por algunos personajes (intelectuales, periodistas,
políticos) con mayor o menor peso en la opinión pública por su constante
presencia en los medios de comunicación. Igualmente, ciertos grupos económicos,
con influencia en esos medios, o bien apoyaban de manera más o menos directa a
los militares golpistas, o bien se encargaban de desprestigiar y atacar al
gobierno y sus instituciones. Sus intenciones claramente no eran el bienestar
de la República, sino incrementar su poder. La mayoría de ellos no pudieron advertir
que el teniente-coronel solo los usaría para sus fines y les daría su buena
patada cuando ya no hicieran falta. La lista de estas “viudas” de la revolución
es larga y no ha terminado aun.
En ese ambiente enrarecido, era de
buen tono defender la acción de los militares golpistas y atribuirles toda
clase de buenas intenciones. En cambio, defender las instituciones, proponer su
transformación desde el propio sistema legal y constitucional vigente era mal
visto. Sin embargo, algunas voces calificadas, usando la razón y argumentos
históricos, políticos y filosóficos dejaron clara constancia del error que
significaba embarcarse en la aventura corsaria del golpismo. Uno de ellos fue
el historiador Manuel Caballero.
“La peste militar” (Editorial Alfa,
Caracas, 2007) recoge un grupo ensayos y artículos periodísticos publicados en
su mayoría en diarios de circulación nacional, relacionados y organizados en
torno a un tema muy sensible a los venezolanos de hoy: los militares y el
poder.
Caballero en sus escritos que
comienzan con los hechos sangrientos del 4F hasta un el año 2007, va dando
cuenta de la verdadera naturaleza del movimiento “Bolivarista”. Desde el mismo
principio entendió la naturaleza fascista del “proceso” (ver p. 72, 103 y 160,
entre otras), las evidentes carencias intelectuales de sus protagonistas, el
interés de la toma del poder por el poder mismo, el culto a la personalidad
como motor de la “revolución”, pero por sobre todo el carácter militarista del
movimiento, que como explica su autor:
“El militarismo no es así el reforzamiento de la Fuerza Armada como
Institución del Estado, sino su disolución en un mar de “reservistas” armados,
a las exclusivas órdenes del jefe único (…)” (p. 69), que a fin de cuentas
es lo que el Sr. Chávez tuvo en mente, (recuérdese la famosa frase “revolución
pacífica, pero armada” a la
que aludió en distintas ocasiones)
Además, en el libro, Caballero
expresar sus puntos de vista y justificaciones políticas, históricas y
filosóficas contra los intentos de golpes de estado (4F y 27N) y lo que
lamentablemente vendría a partir de 1999, relatando igualmente algunos de los
hechos históricos puntuales que
más tarde explican lo que han significado estos
años de mandato chavista-fascista.
“La peste militar” es un libro
necesario para todo quien desee entender
no sólo lo que ha ocurrido en Venezuela en estos últimos años, sino también
las argumentaciones intelectuales que nos obligan a salir de esta pesadilla.
Jesús López Cegarra
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