sábado, febrero 15, 2014

Días Confusos y música inoportuna



Gustavo Dudamel y José Antonio Abreu (alias el “Maestro”) son dos personajes extraños y siniestros que solo pueden concebirse como unos grandísimos cínicos a quienes solo les importa su prestigio personal y su patrimonio. Entre el gobierno “chavista” y estos dos se ha formado una perversa simbiosis, un “win-win” para ambos actores (no lo mismo para el resto del país): El gobierno “chavista” los exhibe como trofeos para navegar sobre su prestigio cuando las cosas se les ponen difíciles. Dudamel y Abreu le sacan provecho al fulano “Sistema de Orquestas”, una entelequia que debería ser auditada urgentemente al término de la distancia.

Dudamel y el “Maestro” piensan que el tamaño de Venezuela es del tamaño del “Sistema de Orquestas”, y que fuera de ese Territorio, Venezuela termina para ellos, y con ello su responsabilidad como ciudadanos de este país. Su actitud demuestra que son ajenos a lo que ha ocurrido y sigue ocurriendo en esos 900 mil y tantos Km2 restantes, incluyendo a quienes allí habitamos.

Como ellos parecen no estar enterados, en este país asesinan miles de personas por año, la corrupción ha invadido todos los espacios públicos y la economía naufraga sin rumbo. El Sr. Maduro, el jefe de esos dos indolentes, dijo no hace mucho, que no habría devaluación de la moneda y que la escasez de productos es o bien un invento, o parte de una “guerra económica”.  Pero si los dos indolentes revisaran un poco qué es lo que ocurre, se darían cuenta que la devaluación es un hecho, al igual que la carencia de productos básicos.

Por la calle se pasean impunemente grupos para-policiales fuertemente armados, hacen lo que les viene en gana, no obedecen ni siquiera a su "jefe" Maduro, siembran el terror, pero el Gobierno los defiende y los llama "Colectivos". Lloran desolados la muerte de uno de sus integrantes, pero apenas fingen dolor por otros venezolanos que corrieron la misma suerte. Porque para  el gobierno, quien no está con ellos, pues no es venezolano.

Más aun, bien sea por torpeza, bien sea por acción o por omisión, la prensa escrita en Venezuela está pasando tiempos difíciles, pues se acaba el inventario de papel para imprimir, y la planta de papel que para tal fin se había creado, está en el más terrible abandono. Pero el dúo de indolentes no se dan por aludidos.

La Señora Gabriela Montero, una prestigiosa pianista venezolana le dirigió una dura carta al señor Dudamel. Es un documento sentido y hermoso, pero a su vez muy contundente. Ella de manera respetuosa expresa simple y llanamente que llega un momento en que el silencio es criminal.

Pero lo patético de todo esto es que Dudamel, en lugar de mantener su silencio culposo (o doloso, no se sabe ya), escribe una triste y desabrida carta que desdice mucho del genio que le atribuyen. Dice  que: “Nuestra música constituye el lenguaje universal de paz, por ello lamentamos los hechos acontecidos el día de ayer. Con nuestra música y nuestros instrumentos en mano, le decimos un no rotundo a la violencia”, y mientras su concierto tenía lugar para satisfacer a Maduro & Co, tres venezolanos fallecían y la policía usaba armas de fuego (de guerra, realmente) contra manifestantes. Se les violaban todas las garantías constitucionales a muchachos que manifestaban. Todo esto está documentado, no son especulaciones.

La Señora Motero le dice al dúo indolente una gran verdad: “El cuarteto que tocaba a bordo [del Titanic] se hundió con ellos mientras seguían tocando su música. La música no ayudó. La música no los salvó. Venezuela se está hundiendo y El Sistema se hundirá con ellos. Hemos pasado el punto de no retorno. La música, la ambición y la fama no valen de nada al lado del sufrimiento humano. No significan nada cuando eres abusado, herido y matado.” Yo se los explico de otra manera, cuando este gobierno se hunda, Maduro agarrará a Dudamel y al “Maestro” por sus muñecas  y les dirá “Yo caigo, pero ustedes se vienen conmigo.”

Jesús López C.

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