La República de Arepa existe. Es
un país ubicado en el Mar Caribe, gobernado por un Dictador que no tiene
empacho en eliminar los obstáculos para mantenerse en el poder. Las elecciones
se aproximan, y su cercano rival aparece misteriosamente sumergido en las aguas
del mar y encontrado por unos pescadores.
El crimen causa consternación y
desarticula a la oposición. El Dictador tiene todo el poder y carece de
escrúpulos.
Un grupo de diputados de la
oposición piden retirarse de la sesión de la Asamblea para asistir al funeral
del fallecido candidato, y al no haber la agenda ningún punto por discutir. Así
se les permite, pero para sorpresa, los diputados del gobierno cambian la
agenda para modificar el artículo de la Constitución
que no permitía más de cuatro períodos presidenciales consecutivos, eliminando
la limitación para que el Dictador pueda reelegirse las veces que le venga en
gana. Conocida esta noticia por el “pueblo”, pasa lo esperado: Le piden que sea
el candidato
La alta sociedad apenas se halla
resignada. Buscan desesperadamente a algún encumbrado que los proteja de las
draconianas leyes expropiatorias con que el gobierno amenaza en aprobar. En
este contexto de una oposición sin candidato y sin futuro, deciden buscarse una
“outsider” para que sea su candidato.
Pero el elegido, un joven de
apellido Cussirat, que vive en el extranjero y llega a Arepa pilotando su
propio avión, acepta la candidatura “en principio”.
La noticia del potencial
candidato no pasa inadvertida para el Dictador. Por ello se le ocurre lo que
todo Dictador suele hacer: proponer un precio alto para que desista en su
empeño. Total, en las dictaduras, el patrimonio de la nación es también el
patrimonio del tirano combinado con una axioma aplicable a toda persona: “Yo sé que Ud. es P…, lo que quiero saber es
el precio”.
Pero el recién llegado, no solo
le hace un desaire al Dictador, sino que comienza a urdir un plan para acabar
con él. Acabar con él para siempre, se
entiende. Nada de negociaciones ni golpes de Estado.
Pero el Tirano de “Arepa”, como
la mayoría de sus colegas, generalmente parecen estar protegidos por fuerzas
oscuras que buscan a todo trance que se cumplan designios ocultos. Cuando
llegan a la cima, nadie entiende cómo ocurrió, cuando se eternizan en el poder,
se le atribuyen fuerzas y cualidades casi sobrehumanas. Nadie se pone a pensar
que se trata de psicópatas obsesionados con el poder, y que harían cualquier
cosa por aferrarse a él.
El Tirano le lanza a la
disminuida oposición algunas propuestas, como la de engavetar la temida Ley de
Expropiaciones. Los políticos y clases poderosas respiran aliviados. Claro,
esta negociación no es por pura generosidad. A cambio el Tirano será
nombrado
“Presidente Eterno”. Ya no más elecciones innecesarias.
Pero hay fuerzas que siguen sus
marchas. Hay primer intento de aniquilarlo comienza como una tragedia bufa y
termina en tragedia. En el segundo, un poco más serio, se vuelve a salvar,
aunque otras vidas. Cussirat, quien
empuñó el arma para acabar con el Tirano, pero falló. Cussirat es ahora
perseguido implacablemente, su avión incendiado. Debe esconderse. A esto se
agrega que sus antiguos aliados, quienes veían como única esperanza la muerte
del Tirano, ahora les preocupa que este atentado perjudique el “precio” que pagaron
por ellos.
Pero como decíamos antes, hay
fuerzas que siguen sus marchas.
Jesús López Cegarra
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