martes, marzo 23, 2010

Orwell y LA REBELIÓN EN LA GRANJA


Todos los animales son iguales, pero algunos animales más iguales que otros.
George Orwell

A principio de la década de los cuarenta, el autor inglés George Orwell culmina su novela “ANIMAL FARM”, que conocemos en español con el título REBELIÓN EN LA GRANJA. Esta obra que hoy parece inofensiva, por los cambios políticos en de finales de los años ochenta y los noventa, en su momento fue muy polémica y tuvo sus dificultades para ser publicada. La URSS era un país aliado en la lucha frente a la Alemania gobernada por Hitler. Obviamente, los acontecimientos que tenían lugar en el relato de Orwell tenían un paralelismo nada casual con la historia reciente de la Revolución Rusa y la Unión Soviética, y publicar un libro de esta naturaleza podía generar conflictos entre esta e Inglaterra, y herir a la clase dirigente rusa.

En REBELIÓN EN LA GRANJA, los animales logran expulsar al explotador hombre, para luego constituir la primera organización gobernada exclusivamente por aquellos. Se declara que la granja pertenecía a quienes aportaban su trabajo. Se escriben los siete mandamientos por los cuales la comunidad debe regirse y los mismos se podía reducir a dos: “CUATRO PIES SÍ, DOS PIES NO”, es decir, alejarse de todas las perniciosas costumbres humanas.

El comienzo fue promisorio. Habría una mayor dignidad para los animales y la riqueza producida y que el hombre usufructuaba sin ningún derecho, ahora beneficiaría a los animales por igual. Sin embargo, desde los mismos inicios de la nueva administración, comienzan los actos de corrupción y aprovechamiento por quienes comenzaban a ser los líderes: los cerdos. Estos amparados en la casi nula memoria colectiva, no sólo incumplían los “Siete Mandamientos”, sino que en la medida que iban adoptando las aborrecidas costumbres humanas, también se modificaban los Mandamientos. Así por ejemplo, si la orden suprema era que ningún animal podía matar a otro, se agregó “sin causa justificada”, para que así los verdugos estuvieran exonerados de responsabilidad en las ejecuciones sumarias. O la prohibición de ingerir alcohol, fue atenuada al agregarse “en exceso”, luego que algunos privilegiados tomaron gusto por la bebida.

A pesar de la igualdad proclamada, los cerdos era quienes tomaban las decisiones, especialmente Napoleón y Snowball, quienes presentan algunos rasgos similares con Stalin y Trosky. Finalmente, todos ellos se convierten en la clase privilegiada, que pronto olvida las razones que motivaron la lucha contra su enemigo natural (el hombre), y lo que es peor, buscan imitarlo, hasta en el caminar erecto y en la explotación a sus “camaradas”, al punto que al resto de los animales se les hace imposible distinguir entre el hombre y el cerdo.

La intención de Orwell con esta novela era demostrar que detrás del afable antifaz que usaba la Unión Soviética (aparentes o reales logros en la agricultura, la educación, etc.) estaba el rostro monstruoso del totalitarismo, con sus ejecuciones en masa, las autoconfesiones y su propaganda embrutecedora. Denunciar todo ello, aún fuera de la propia URSS, en el período de la segunda guerra mundial era un abierto desafío a la autoridad, la cual ejercía presión y censura. Además, estaban los “rusófilos” y los que se abstenían de emitir cualquier opinión contraria a la URSS.

Orwell atacó fuertemente a estos dos últimos. Afirmaba el autor: “El servilismo con que la mayor parte de la intelligensia británica se ha tragado y repetido los tópicos de la propaganda rusa desde 1941 sería sorprendente si no fuera por el hecho de que no es nuevo y ha ocurrido en otras ocasiones...se han aceptado los puntos de vista soviéticos con un desprecio absoluto hacia la verdad histórica y la seriedad intelectual...”. También escribió: “...el mayor peligro para la libertad de expresión y de pensamiento no proviene de la intromisión directa del Ministerio de Información...Si los editores y los directores de los periódicos se esfuerzan en eludir ciertos temas no es por miedo a una denuncia: es porque le temen a la opinión pública”. (La libertad de Prensa. Prólogo de Orwell, en su obra REBELIÓN EN LA GRANJA. 6ta. ed. Barcelona: Destino, 1981)
Aunque los motivos que inspiraron a Orwell para este libro estuvieron vinculados a un proceso histórico determinado, la novela sigue teniendo un gran valor, porque además de presentar las características de una obra literaria sobresaliente, es también una alegoría sobre el comportamiento humano frente al poder, tanto para quienes lo detenten como para los subordinados. REBELIÓN EN LA GRANJA y 1984 nos muestran una pesadilla que probablemente la estemos viviendo sin darnos cuenta.

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