viernes, noviembre 20, 2009

El Espía 20 años despues de la desaparición del Muro


Cuando hace unos veinte tantos años leí por primera vez "El Espía que surgió del Frío", de John le Carré, supe que tenía frente a mí una excelente novela. Su brevedad no dice nada sobre la intensidad de su acción. Eran tiempos aún de la Unión Soviétiva y la Guerra Fría. El "Muro de Berlín" representaba muchas cosas para cualquier ciudadano del planeta: la división artificial pero efectiva de un país por razones de ideología política, un recordatorio perenne que el mundo podía llegar a ser como todo lo que estaba del lado oriental y sobre todo, que imperaba un mundo bipolar maniqueo, que de manera simplista se reducía a libertad vs. comunismo; y todos estos elementos están presentes en el libro.

Ese Berlín de la Guerra Fría, que era la frontera final entre dos mundos antagónicos y en donde el famoso muro comenzaba a abrirse paso (principio de los 1960), es el ambiente en que se desenvuelve la novela. Los agentes del servicio secreto británico son asesinados, sin importar si estaban en la parte oriental y occidental. Alec Leamas, que era el encargado de su protección es dejado de lado ignominiosamente. Pero es acá donde los servicios de inteligencia soviéticos ven una oportunidad de reclutar a Leamas para sus intereses.

La novela de manera convincente nos va llevando por este oculto mundo. Se siente en cada página que pasar de un lado a otro es una decisión que no tiene vuelta atrás. Se sabe que una vez descubierto, probablemente lo mejor que pueda ocurrir es que la muerte lo alcance primero.

Los hombres y mujeres en esta confrontación política no son más que piezas de un juego, movidas y usadas a conveniencia, para satisfacer intereses que están más allá de la moral. El bien y el mal son relativos. Mundt y Fidler, importantes funcionarios de Inteligencia de la Alemania Oriental, juegan el papel de “héroes” o “traidores” dependiendo de qué lado sea considerado. Las confrontaciones entre estos dos agentes son parte situaciones más complejas, en las que no hay temor en tomar a personas inocentes y volverlas parte de estas maniobras. Pero la complejidad de las situaciones están más allá de la comprensión de los mismos actores, aún de aquellos que están al tanto de lo que ocurre, como en el caso de Leamas. Leamas está consciente que es una pieza más, pero apenas logra comprender por qué los hechos toman cursos inesperados.

Esa vieja confrontación "Comunismo Soviético" y "Mundo Libre" desapareció. Y por supuesto, el mundo de espías, inteligencia y contrainteligencia propios de la Guerra Fría. Pero "El Espía que surgió del Frío" queda como una pieza literaria que refleja en cada página lo que fue vivir esa época. Aún hoy, releyendo esta novela, su final sigue dejándome una extraña sensación de tristeza. Tal vez hubiera preferido un final feliz.

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