domingo, noviembre 12, 2023

Contacto (Robert Zemeckis -1997)

Una verdad introvertida, incluso para el más obtuso terraplanista o fanático religioso, es que el espacio, el Universo es extremadamente vasto. La Luna, que es el cuerpo celeste más cercano está a tres días de distancia con la tecnología actual, y Marte, planeta con el que la humanidad ha fantaseado por las posibilidades de vida, o la posibilidad de enviar emisarios allá y “terra-transformarlo”, está, si se hacen los cálculos correctos, e insisto, con la tecnología actual, a unos seis meses de distancia. Y son seis meses de incertidumbre, porque como lo ha demostrado la experiencia con algunas naves que se han enviado allí, puede salir mal.



Y estamos hablando de los vecinos más cercanos, de apenas rasguñar la superficie del espacio. Cualquiera de los objetos que vemos en una noche despejada están, con la tecnología actual, fuera del alcance humano. Einstein ya ha explicado que la velocidad máxima es la de la luz, y que su corta, pero hermosa ecuación E=MC2 plantea más problemas que soluciones a los viajes interestelares.

Partiendo de esa realidad del tamaño del Universo, surge una pregunta, que, de encontrar respuesta, cambiaría todos los paradigmas filosóficos, científicos y religiosos que han condicionado nuestro pensamiento como especie: ¿Hay vida más allá de las fronteras de nuestro “punto azul pálido”? y una pregunta con más serias implicaciones ¿Hay vida inteligente allá afuera?

En 1997, el director Zemeckis dirige la película “Contact”, basada en una novela escrita por el afamado científico, Carl Sagan, presentador y escritor de una de las series para la televisión que, al menos es mi caso, tuvo un impacto muy importante, y que contribuyó de manera significativa a la difusión del pensamiento científico: Cosmos. 

La Doctora Eleanor "Ellie" Arroway (interpretada de manera espléndida por Judie Foster), crece huérfana de madre con su padre (David Morse), quien siempre le incentivó el pensamiento científico. Probablemente no era una persona con formación académica, pero si alguien con curiosidad por la ciencia y quien sabiamente supo dirigirla en ese camino del pensamiento. Sin embargo, la muerte prematura de su padre significó una conmoción en sus creencias y a la vez una reafirmación en las convicciones que venía desarrollando.

Ellie se gradua con honores. Pudiendo dedicarse a áreas de conocimiento que pudieran brindarle mayor prestigio, se dedica a la búsqueda científica de vida extraterrestre inteligente. Esta es una búsqueda que requiere una gran cantidad de tiempo con muy pocas probabilidades de éxito. Que haya una alineación perfecta entre nuestros instrumentos y una señal que venga de esos seres con la tecnología para comunicarse con alguien en la inmensidad del universo, parece casi un acto suicida para la promisoria carrera de Ellie.

Ella trabaja en el programa SETI en el observatorio de Arencibo en Puerto Rico (hoy en día fuera de operación), cuyos fondos son despojados por instancia de David Drumlin (Asesor presidencial en materia científica e interpretado de manera muy solvente por Tom Skerritt). Drumlin además de ser el artífice de vedar los recursos a este proyecto, le reclama a la Doctora Arroway que pierde su tiempo y talento en una actividad estéril. En este 

Pero una mano salvadora le permite al proyecto sobrevivir: Un oscuro y excéntrico multimillonario (S.R. Hadden, interpretado por John Hurt), quien tras bastidores ha seguido la carrera de la Doctora Arroway financia el proyecto de su propio. ¿Hay intereses del multimillonario en este proyecto en apariencia descabellado? Probablemente sí, pero queda a cada uno especular sobre sus motivaciones.

Finalmente, lo improbable ocurre: el “Contacto” con una civilización que parece haber escapado lo que la Doctora Arroway llama la “adolescencia tecnológica” (es decir, civilizaciones que aprenden a aprovechar la tecnología en lugar de usarla para su propia destrucción) y nos dirige un mensaje incuestionable: Quieren comunicarse con nosotros.

Como era de esperarse, una noticia de tal envergadura estremece a la sociedad americana y al mundo. Por un lado, el poder político quiere tomar control sobre el asunto. Y el sector religioso también. Cada uno sabe que este canal de comunicación con seres inteligente muy probablemente cuestione todos los principios, valores y creencias de la especie humana. Pero acá vemos que algo de la naturaleza humana que le es inherente: el escéptico David Drumlin de la nada se convierte en el “líder” del proyecto de búsqueda de vida extraterrestre, y convirtiendo de hecho a Ellie en su subordinada.

El mensaje que llega desde el espacio exterior llega de manera críptica escondido en una de las primeras señales que los seres humanos enviamos al espacio: en el discurso de Adolf Hitler en la Olimpiadas de Verano de 1936. Qué ironía que Hitler sea nuestro primer embajador para alertar sobre nuestra existencia.

Ese mensaje es en principio complejo para nuestras limitadas mentes. Pero la Doctora Arroway con una pequeña ayuda externa logra descifrar el enigma: Primero, que esa civilización foránea usa el lenguaje de la matemática y la ciencia para comunicarse con nosotros. Lo que tiene su cuota de lógica: Hay principios universales en estas disciplinas que pueden ser alcanzados y entendidos por seres inteligentes. Lo segundo era que el documento extraterrestre estaba siendo mal interpretado y por eso no se lograba descifrar. El aporte de Ellie fue significativo para descifrar el mensaje. Y como era de esperarse, Drumlin nuevamente aprovecha la oportunidad para robarse el protagonismo del momento. Un completo “Free-Rider”.

El mensaje enviado son los planos para construir una máquina que permitiría contactar a esa civilización. Una vez fabricada, viene la pregunta ¿Quién será ese primer pasajero? La búsqueda se torna en un debate político manejado por el congreso de los Estados Unidos. Una candidata lógica es que sea la Doctora Arroway. Pero como era de esperarse, Drumlin es quien quiere ese honor. Todo iba a favor de la Doctora Arroway, cuando un antiguo amante suyo, Palmer Joss (interpretado por Matthew McConaughey) le pregunta por sus creencias religiosas, más concretamente si cree que exista Dios. Ellie, que sabe que la pregunta es delicada y que revelar su auténtica creencia arriesgaba su posibilidad de ser elegida, dice la verdad ante una audiencia que le teme más a un inofensivo escéptico que a un fanático religioso: Cree en la ciencia y en la evidencia empírica. Drumlin, en cambio, dice lo que el público quiere oír. 

Pero antes de que Drumlin tuviera oportunidad de hacer el viaje, un terrorista religioso comete un acto que acaba con la máquina y con la vida de Drumlin… Sin embargo, secretamente, una máquina similar había sido construida. Y esta vez, bajo la influencia de S.R. Hadden es la Doctora Arroway quien será la pasajera.

En la máquina Ellie tiene la oportunidad de cruzar el espacio tiempo y tener el ansiado “Contacto” ¿O todo es producto de su imaginación? Es difícil saberlo porque desafortunadamente no tiene una prueba fehaciente de que el encuentro tuvo lugar y Ellie solo puede dar su testimonio como la única demostración de lo que vivió. Acá Ellie se encuentra con la contradicción de que ella dice la verdad (pero no tiene pruebas) y su mente científica que sabe que sin una evidencia creíble, lo que ella experimentó solo tiene valor anecdótico que solo puede ser aceptado mediante un acto de fe.

La película tiene el mérito de entretenernos, pero al mismo tiempo dejar en nuestras mentes alguna de las grandes preguntas que las grandes mentes de la humanidad se han hecho y que aun aguardan respuesta.

Jesus Lopez Cegarra

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