jueves, octubre 17, 2019

Ficción literaria y dictaduras

Siguiendo la lógica “Funes el Memorioso” (cuento de Jorge Luis Borges) cuando decía “No sólo le costaba comprender que el símbolo genérico perro abarcara tantos individuos dispares de diversos tamaños y diversa forma; le molestaba que el perro de las tres y catorce (visto de perfil) tuviera el mismo nombre que el perro de las tres y cuarto (visto de frente)”, toda dictadura que históricamente haya soportado un país es (lamentablemente) única. Cada una surge de un momento histórico particular. Algunas nacen mediante el ejercicio de la fuerza, otras contradictoriamente, nacen de la voluntad popular, llegando al poder por el voto ciudadano.

Las dictaduras, y más en concreto las de Latinoamérica, han sido un objeto de mi curiosidad, más aún como venezolano que sigue y sufre la realidad que vive el país. En Venezuela tuvimos dos en el siglo XX (Juan Vicente Gómez y Marcos Pérez Jiménez), y otra más particular que se inició a finales del XX, pero se ha sostenido en el poder en lo que va del siglo XXI. 

La dictadura Chávez-Maduro tiene algunas particularidades, porque, aun surgiendo de un hecho de fuerza (los intentos de golpe militar en 4 de febrero y 27 de noviembre de 1992), llega al poder mediante elecciones (diciembre 1998). Si bien Chávez siempre mostró sus maneras autoritarias; su carisma y personalidad (y dinero en abundancia) le permitieron ganar elecciones, siempre con ventajismo, pero entendiendo que su presencia fue relevante para imponer el modelo. Luego de su muerte, el “legado” que reivindicaba ese movimiento político (básicamente que atendieron algunos problemas sociales, con medidas insostenibles, pero eso es otra discusión) ayudó a Maduro a llegar a la presidencia. Pero la personalidad deslucida de este, y en especial su inseguridad lo han llevado a tomar el camino de un gobierno que se mantiene por la fuerza de las armas, policiales, militares y de grupos paramilitares.

Pero las dictaduras no son un fenómeno de nuestra idiosincrasia, sino que, dadas algunas circunstancias (problemas sociales, descomposición, inexperiencia en las formas democráticas, guerras, caudillismo, agotamiento del modelo político), son catalizadores que ayudan a un caudillo o un grupo político a tomar el poder y ejercerlo con el interés de no abandonarlo. Para ello, todas se valen de las mismas herramientas: Represión, presos políticos, torturas, servicios de inteligencia, limitación de las libertades y derechos ciudadano. Lo que permite su existencia y continuidad es que la Fuerza Armada de ese país apoya y tiene intereses en que esa estructura que detenta el poder se mantenga… hasta que el dictador se convierta en un estorbo o un apestado.

De las experiencias latinoamericanas en materia de dictaduras, algunos escritores han tomado el tema para novelar a alguno de los dictadores. la primera de ellas sea probablemente “El Señor Presidente” de Miguel Ángel Asturias, y a la lista se le suman “El recurso del método” de Alejo Carpentier, “El Otoño del patriarca”, de Gabriel García Márquez, “Yo el Supremo”, de Augusto Roa Bastos y “La fiesta del Chivo” de Mario Vargas Llosa, por hablar de las que conozco. También hay otras obras que aluden un momento de alguna de las dictaduras, como lo podemos ver por ejemplo en algunas novelas y cuentos de Julio Cortázar o Roberto Bolaño, pero las anteriores reflejan más la vida de ese hombre todopoderoso que afecta para bien y sobre todo para mal, la vida de un país.

De las novelas mencionadas anteriormente, la única a la cual he vuelto es “La Fiesta del Chivo” porque me vino a la mente reflexionando sobre el tema de dictadores que son brutales y despiadados, pero que de alguna forma adornan y justifican sus crímenes con el “bienestar supremo de la patria”.

La novela de Vargas Llosa se centra en la vida y sobre todo muerte del dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo. Trujillo gobernó tiránicamente su país por 30 años y su muerte fue producto de un atentado planificado y ejecutado por miembros de la Fuerza Armada, algunos de ellos cercanos colaboradores. Como la mayoría de los dictadores, sufre del mesianismo y cree su vida y su presencia evitan que se desate el apocalipsis, aunque esto en el fondo no es más que una justificación a sus inseguridades y ansias de poder.

En el caso de Trujillo, su fin llegó de manos de la institución que le daba apoyo: Las Fuerzas Armadas. En su seno se forma un grupo conspirador que va madurando la idea de que la única manera de sacar al tirano del poder es mediante su eliminación física. Aunque cada uno de los principales conspiradores tiene un motivo personal para recurrir al magnicidio (desde los problemas personales con el régimen, hasta decepción por la crueldad y vesania de Trujillo y sus cercanos colaboradores, en especial sus hijos), el aspecto religioso es un aspecto sensible en la toma de decisión.

Cualquier hombre de poder tiene enemigos, y muy probablemente de estos haya alguno que quiera su desaparición física, pero esto no es tarea fácil. Un hombre de poder, consciente de ello, está rodeado de personas que velan por su seguridad. No obstante, como ocurrió con Trujillo, cuando una sociedad es atrapada por el poder y voluntad de una sola persona, es en su entorno donde se comienza a formar la idea de que remover físicamente al tirano es el comienzo de la solución.

En el caso de la conspiración que eliminó a Trujillo, las preocupaciones de los complotados no era solamente la parte organizativa, complicada de por sí, tomando en cuenta que esta venía de la propia institución que sustentación a Trujillo. También estaba el problema moral de eliminar a un ser humano, especialmente para personas con convicciones religiosas firmes.

En una de las discusiones entre los complotados, Salvador Estrella Sadhalá, ante un reclamo de uno de sus compañeros (¿Y un católico no puede hablar de coños, pero sí matar, Turco?”) manifiesta airado:

Matar a cualquiera, no. Acabar con un tirano, sí. ¿Has oído la palabra tiranicidio? En casos extremos, la Iglesia lo permite. Lo escribió santo Tomás de Aquino. ¿Quieres saber cómo lo sé? Cuando comencé a ayuda a la gente del 14 de junio y comprendí que tenía que apretar el gatillo alguna vez, fui a consultárselo a nuestro director espiritual, el padre Fortín. Un sacerdote canadiense, de Santiago. El me consiguió una audiencia con monseñor Lino Zanini, el nuncio de Su Santidad. «¿Sería pecado para un creyente matar a Trujillo, monseñor?» Cerró los ojos, reflexionó. Te podría repetir sus palabras, con acento italiano. Me mostró la cita de Santo Tomás, en la Suma Teológica. Si no la hubiera leído, no estaría aquí esta noche, con ustedes.”

Los conspiradores saben que deben acabar con el tirano. El sometimiento de toda una nación a la voluntad perversa y megalómana de un solo ser no solo crea conflictos y abusos en sí, sino también le abre paso a los seres más corruptos y despiadados que se benefician del poder y que usarán cualquier recurso disponible para sostener el entramado de tiranía, desde la tortura hasta el asesinato de rivales políticos, incluso más allá de las fronteras del país.

Cuando una dictadura se instaura y permanece en el tiempo, las instituciones son secuestradas para responder solo al tirano y sus intereses. Por eso una conspiración que busca derrocar o incluso eliminar al tirano debe enfrentar todo tipo de obstáculos, retrocesos y pequeños avances, pues cualquiera, incluso alguno de los más comprometidos, puede traicionar, o lo que es peor, flaquear en algún momento decisivo.

Los conspiradores que eliminaron al tirano Trujillo, si bien lograron el cometido más inmediato, no pudieron lograr los objetivos inmediatos posteriores una vez extinto el dictador. La debilidad de uno fue la perdición del esfuerzo de años. Pero como ocurre con todo en la existencia, los acontecimientos imprevistos generan nuevas dinámicas y de las entrañas del mismo régimen surgió la persona que guió el Post-Trujillismo.

La novela de Vargas Llosa, si bien hay que verla como una obra de ficción, nos da una aproximación al fenómeno de las dictaduras en Latinoamérica. Nos ayuda a reflexionar sobre el valor de la libertad, más aún en el presente, con estas nuevas “neo-dictaduras” y “regímenes fuertes” (muchos de corte fascista) que surgen por la voluntad de los electores y ciudadanos cuando estos prefieren abandonar la lucha constante por la libertad, para depositar ciegamente su confianza en caudillos que prometen acabar con todo lo “protervo” de la clase política (corrupción, mala administración, etc.) a cambio de prácticamente nada.

Jesus Lopez Cegarra

martes, julio 23, 2019

Ciencia, literatura y Televisión

Siendo un niño y un preadolescente en los ya cada vez más lejanos finales de los años 70-comienzo de los 80, era bastante curioso y temas como la ciencia, especialmente la fauna y la astronomía me apasionaban. Pasaba gran parte del tiempo revisando y devorando lo que encontraba sobre esos temas en algunas enciclopedias que mis padres habían adquirido. 

Curioso para un “milenial” que la búsqueda de información seria y científica se realizaba en textos que siempre estaban desactualizados. Una inversión en estos libracos de pasta dura y pesados solo se hacía con suerte una vez en la vida por su costo. En nuestra casa estaba, entre otras, una enciclopedia que creo era la “Hispánica”. Cuando la usaba para mis deberes escolares, ya tenía una desactualización importante, pues en lo referente a viajes espaciales y la conquista de la Luna, afirmaba de manera optimista que algún día el ser humano llegaría allá. Hoy día, carece de todo sentido práctico acudir a esos textos, más aún cuando en internet se consigue la información de manera inmediata. Y sigue existiendo en versión digital la Enciclopedia Británica que siempre ha sido de gran calidad.

Durante esas clases con los limitados recursos de información que teníamos, era mucho lo que decían los profesores que a la luz de lo que sabemos hoy era obviamente desacertado. Cuando estudiábamos por ejemplo el sistema solar, se nos decía, casi como un dogma, que era algo único, que no había otros en el universo. Igualmente, que la vida era algo excepcional y no la regla. Con respecto a lo primero, se han ido descubriendo de manera acelerada los llamados “exoplanetas”, es decir, planetas fuera del sistema solar, algunos con características que pudieran albergar vida como la conocemos en la Tierra. Sobre la vida en otra parte fuera de nuestro propio planeta, aún no tenemos evidencia, pero existiendo en todo el Universo los materiales para ello, será cuestión de tiempo para que la descubramos. Tal vez esos “dogmas científicos” (valga el oxímoron) eran tácitamente impuestos porque estudiaba en un colegio católico.

Dentro de ese mundo limitado de conocimiento, de vez en cuando se podía encontrar algo maravilloso y enriquecedor. En la televisión pública, lleno de ignorancia, vulgaridades y chabacanería, transmitieron una serie de televisión que me marcó profundamente por su frescura, pero sobre todo, porque transmitía el conocimiento científico, especialmente la astronomía y la evolución del Universo de una manera clara, sencilla y convincente, de las mentes brillantes que permitieron, entre otras hazañas, que el hombre se planteara dejar los confines del planeta para aventurarse en el vecindario que llamamos “Sistema Solar” y soñar con ir más allá a otras estrellas: ese programa se llamaba COSMOS y era dirigido y escrito por una de las mentes más brillantes del siglo XX: Carl Sagan.

Sagan además tenía una gran capacidad telegénica y convincente, con una capacidad de síntesis impresionante, resumiendo en 40 minutos lo más importante del Universo y su mecánica.

La serie no fue entregada completa ni se respetaban los horarios. Había que estar a la caza de su transmisión, que siempre se relegaba a espacios de baja sintonía, hasta que finalmente la sacaron por la puerta de atrás. Tal vez si le hubieran dado un poco más de promoción, el beneficio hubiera para todos: buena televisión, buena sintonía y una sociedad mejor formada. Y la apuesta no era arriesgada: tiempo después, Radio Caracas Televisión retomó la serie dirigida por Arturo Uslar Pietri “Valores Humanos” y la divulgó en horario de alta audiencia y los resultados fueron más que satisfactorios. Es decir, la buena televisión, de calidad, también es requerida por el público.

Lo importante de Sagan (y de Uslar) es que entendieron que no está reñido con la inteligencia ni con la academia apostar por los medios de comunicación masivos para buscar construir una sociedad mejor formada. En Estados Unidos, por ejemplo, hay una serie de comunicadores de la ciencia que han seguido los pasos de Sagan de llevar el conocimiento científico a las masas, con un gran éxito de audiencia y en consecuencia, comercial. Así tenemos a Neil deGrasse Tyson, Brian Greene, Michio Kaku, Bill Nye (quien en los años 90 tuvo un gran éxito en la televisión con programas que buscaban llevar la ciencia a niños y adolescentes). De Gran Bretaña están Brian Cox, e increíblemente (a pesar de las limitaciones físicas), el fallecido Stephen Hawking. 

Todos ellos, al lado de su labor científica y académica, se han aventurado en los medios de comunicación y se han hecho celebridades a lo “Rock Star”, sin importarles el prurito de que el conocimiento sea vendido como un producto equivalente (para un empresario de los medios) a una telenovela o un “Reality Show”, pues el fin, la transmisión del conocimiento, dejará un mejor beneficio a la sociedad que, por decir algo “La Reina del Sur”.

Todos los nombres anteriores también tienen obras de literatura científica que deberían ser libros de cabecera para todos: Brian Greene con “El Universo Elegante”, Michio Kaku con “La física de lo imposible”, Neil DeGrasse Tyson con “Origins” y “Astrophysics for people in a hurry”, Bill Nye con “Undeniable”, Stephen Hawkins con “Una breve historia del tiempo” y “El Universo en una cáscara de nuez”, Brain Cox con “Why does E=MC2.,, por nombrar solo algunos. No es una lista definitiva sino algunas sugerencias.

Hoy en día los viajes espaciales, las complejas teorías como la de la relatividad y mecánica cuántica se entremezclan (a su manera y conveniencia) con la cultura popular, lo que está bien. Para un niño que vea “Advengers: Endgame” podrá soñar primero con sus superhéroes y luego con la complejidad y belleza del Cosmos. 

Jesus Lopez C
egarra

domingo, julio 07, 2019

Venezuela: Ideas para regenerar un país fallido (II)

II. El pasado como promesa de cambio:

Hugo Chávez, desde su aparición en el escenario público, se va convirtiendo en una figura que no representa el futuro, sino que insiste en el pasado. Primero con la leyenda de la “Gran Colombia” como cúspide de una “Era de Oro” y cumbre de la obra El Libertador Simón Bolívar, luego destruida por los intereses particulares, falta de visión y egoístas de un grupo de “políticos” (¿colombianos?), que de alguna manera son la continuación de los que gobernaron durante el siglo XX, incluyendo obviamente, los años de la democracia (1959-1999).

Esa leyenda “gran colombina” establece que los venezolanos somos una especie de “pueblo elegido” que, aunque traicionamos inicialmente esa herencia, aún hay tiempo para redimirnos y retomar la ruta de la grandeza.

Pero todas esas ideas y propuestas no son más que Leyendas y fantasías impracticables como tales hoy día. Aunque el ejército venezolano usa el lema “forjador de libertades”, la verdad es que el ejército profesionalizado sería una creación de uno de los personajes históricos más denostados por Chávez: Juan Vicente Gómez. Tampoco hay que perder de vista que, en su momento, esos hombres armados guiados por Bolívar más allá de lo que hoy representa Venezuela y Colombia, eran tipos bastante incómodos y más bien vistos como invasores.

La Gran Colombia era solo posible bajo condiciones complicadas, incluyendo el uso de la fuerza y bajo una fuerte dictadura. Fue un sueño que tenía sus ventajas, pero no factibilidad política y social.
En lo “ideológico”, Chávez también invocaba a dos figuras históricas de desconocida obra. Simón Rodríguez y Ezequiel Zamora. El primero es conocido por haber sido maestro de Bolívar y guía de los años de este en Europa. Hay una colección de escritos suyos que fueron recogidos en un libro titulado “Inventamos o erramos” en donde maneja algunas ideas sobre educación. Zamora por su lado es un personaje histórico bastante oscuro, que alguno historiadores y escritores venezolanos han querido elevar a la categoría de héroe (ver el libro de José León Tapia “Por aquí pasó Zamora”), aunque puesto en su verdadera dimensión por el historiador Adolfo Rodríguez, “Ezequiel Zamora”.

También se quiso reivindicar a otro controvertido “héroe”: al dictador Cipriano Castro, un personaje bastante reñido con la civilidad y el buen gobierno. Colocarlo como figura de este “Panteón” chavista fue para presentarlo como figura contra la lucha antiimperialista (no se inmoló ante las presiones de ciertas potencias europeas que querían cobrar viejas deudas de la República y terminó cediendo) sino que fue precisamente EEUU quien frenó un potencial conflicto armado que pudiera haber desmembrado o destruido a Venezuela como país.

Pero Chávez también supo aprovechar una preocupación legítima de los venezolanos: la corrupción administrativa. Pero no encontrando formas de evitar que se produzca, como una mayor transparencia en el ejercicio del poder, sino en su función de “sheriff” vengador, friendo la cabeza de sus enemigos. No hay que olvidar que antes de Chávez e incluso hoy día, existe en el inconsciente colectivo la fantasía de que debe llegar un militar y poner orden al caos, remedio a los abusos, fin al robo de los recursos. Ese “militar ideal” lo representó Chávez en su momento y por ello un buen número de votos logrados fue en función de ello.

Otro “cambio” prometido por Chávez fue el de una nueva constitución ajustado. Su parcialidad política partía del supuesto que los males de la República comenzaban por una constitución que imposibilitaba los cambios y generaba más desigualdad. Se dejaba por fuera el sistema rentista que hacía depender la economía de todo un país de un solo producto cuya explotación está en manos del Estado exclusivamente, y de cómo la clase política en los últimos 100 años ha usado el petróleo como herramienta para lograr sus objetivos de mantenerse en el poder.

Las constituciones como quimera han estado presente en Venezuela desde sus inicios como República y cada proponente (el gobernante de turno) trataba de convertirla en una camisa de fuerza al país y a los contrarios políticos, pues contenía disposiciones de su inviolabilidad e imposibilidad de modificación, hechas de tal forma que garantizaban su permanencia en el poder, y como una manera de conjurar que los de otra parcialidad política quisieran reformarla si alcanzaban el poder. La realidad es que la colección de “cartas magnas” es larga e incluso Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez coleccionaron ocho de ellas.


Por tanto, todo lo que propuso Chávez fue una colección de ideas vetustas que no correspondían con la necesidad de modernización de la economía y del Estado que requería el país. Solo los altos precios del petróleo pudieron sostener un esquema de gobierno populista, dispuesto a regalar todo por razones políticas, sin crear nuevos empleos (solo algunos burocráticos), acosando a la empresa privada, en medio de nacionalizaciones que terminaron quebradas o apenas funcionando. Es decir, acentuando el modelo rentista demostradamente fracasado y que tiene a Venezuela aún al margen de la modernidad.

viernes, junio 07, 2019

Venezuela: Ideas para regenerar un país fallido


I.                    Identificando quién es quién.

En este conflicto venezolano que se puede remontar a 1999, otros a 1992 y hasta 1983, dependiendo de las circunstancias que envuelven a cada uno de esos años, son muchos y complejos los factores que habría que considerar para tratar de llegar a una solución más o menos aceptable por las partes en conflicto.

Aunque parezca ocioso, hay que definir quiénes son esas partes. En principio podemos entender que por un lado está eso que llaman “Chavismo”, un movimiento político (y sus seguidores), sin una ideología definida ni estructurada, que se dice de izquierda, aunque con elementos de otras corrientes, incluyendo el fascismo.

El líder de eso que llamamos “chavismo” es el fallecido teniente coronel Hugo Chávez. Si bien Chávez reivindicaba como fundamento teórico de su movimiento las ideas de Simón Bolívar, Simón Rodríguez y Ezequiel Zamora, igual le fue añadiendo parches de otros pensamientos, sin ningún orden ni armonía. El propio Chávez acudía también al marxismo (a un marxismo digerido, porque el propio Chávez decía no haber leído a Marx) y hasta hizo suya la llamada “Tercera vía”. Después de la muerte de Chávez, la sucesión recayó sobre un personaje oscuro, desconocido, sin mucha formación, de quien siquiera se tiene certeza de su nacionalidad y cuya única carta de presentación es haber sido guardaespaldas y adlátere de Chávez: Nicolás Maduro.

A esto hay que agregarle la cúpula político-civil-militar que han gobernado durante este tiempo con el apoyo importante de las Fuerzas Armadas. En Venezuela, la experiencia lo ha demostrado, lo gobiernos se sostienen en gran medida si las FFAA le proporcionan apoyo.

Del otro lado estamos quienes nos oponemos a este modelo demostradamente fallido que ha llevado a Venezuela a un atraso económico y social no visto en los últimos. De este lado no hay una ideología o un fin claro en cuanto a lo que queremos. Por ahora lo que da cierta unidad a esa masa que pasa del 80 % de país, es que sabemos que Nicolás Maduro es un gobernante mediocre y vesánico. Pero cada sector tiene un interés particular. Los de la clase media son distintos a los de las clases populares. Adicionalmente hay un divorcio entre la clase política de oposición y los demás miembros de la sociedad. La percepción es que cada “líder” tiene su “agenda” por lo que cada cual actúa para favorecer sus intereses.

Pero en este drama no estamos solos. La “Comunidad Internacional” ha jugado y juega un papel de relevancia en lo que ha sucedido y sucede en Venezuela. Primero cuando se desentendieron de las claras manifestaciones de autoritarismo e irrespeto del Estado de Derecho. El dinero de los petrodólares funcionó (y aún funciona como reflejo condicionado) para darle apoyo al gobierno de Venezuela en el contexto mundial. Chávez buscó también apoyo de países que adversaban en primera instancia a los Estados Unidos, pero que en la intimidad están reñidos con los valores de la libertad. Se hizo amigo de déspotas y tiranos que compartían su visión y su ambición de poder.

Al apreciar estos elementos de la realidad se entiende en cierta medida las dimensiones del drama por el que atraviesa Venezuela desde hace años. Sin embargo, es necesario hacer una anatomía completa de estos factores para intentar dar una salida que no sea la desintegración del país o una guerra civil.


Jesus Lopez Cegarra

jueves, abril 11, 2019

Nuestros tiranuelos y las redes sociales

Una amiga me reclamaba lo que ella identificaba como “comentarios chavistas” de mi parte. Todo porque le hacía saber que en este conflicto difícil que tiene lugar en Venezuela, luce poco probable una salida que sea en interés del país y de la mayoría que se ve oprimida por una tiranía insana. 

A esta amiga le enviaba un mensaje diciéndole que me extrañaba que no me enviara información sobre la situación venezolana. Ella es del tipo de personas que recibe y envía gran cantidad de información, mucha de ella difícil o imposible de corroborar o verificar. Pero bueno, a veces (a veces) se puede fantasear con las especulaciones que van en línea con nuestros deseos. Pero la mayoría de estas no se corresponden con la realidad.

Con las “redes sociales” aparecen muchos “opinadores”, mucha “gente informada” que hablando en un tono y lenguaje más o menos críptico, “saben” lo que está pasando, o explican por qué no pasó algo. De esos opinadores, no recuerdo alguno que me haya impresionado. En esta hora menguada de Venezuela, creo que la acción necesaria es organizarse más, especialmente para enfrentar a los paramilitares pro-gobierno, así que cualquier orientación en ese sentido es más útil para un país desesperado.

Volviendo a mi amiga, ella unilateralmente decidió excluirme porque mis comentarios “chavistas” le molestaban. Esos comentarios iban orientados en el sentido de que Venezuela experimenta una situación compleja, donde países antidemocráticos y con intereses muy particulares están interviniendo, y ese factor impide una solución pacífica. Mi amiga consideraba que yo soy de los pesimistas de oficio y que ya todo es cuestión de tiempo, porque ya hay un consenso de que el estado venezolano es un estado forajido que debe ser sustituido lo más pronto posible. Ojalá sea así, pero yo insisto en mi cantaleta: Hay que organizarse y las redes son una herramienta para ello. 

Por otra parte, con estas nuevas tecnologías de información, redes sociales, etc., nos acostumbramos a enviar y recibir información sin apreciarla o asumirla “a beneficio de inventario” como dicen los abogados. Tal vez olvidamos que no todo contenido está dirigido a un público general y no manejamos las sensibilidades o criterios que del interlocutor.

Estuve revisando ese chat de WhatsApp que generó tanto disgusto. No vi (desde mi perspectiva) nada ofensivo ni “chavista”. Tal vez uno que otro comentario dudando si tal o cual estrategia tendrán algún resultado práctico. No todas las acciones dan el resultado esperado, pero es preferible hacer algo que estar esperando pasivamente.

Sin embargo, ante la hora difícil de Venezuela, creo que las autocríticas destructivas deben dejarse para otra ocasión o al menos pensar bien si habrá algún beneficio para la causa mayor por la que se lucha. Pululan en las redes sociales y en las poltronas de programas de televisión personajes que se dicen contrarios al chavismo, pero que hacen las más ásperas críticas a la oposición, tratando de exhibir una pureza antichavista en el ADN. Para estos personajillos, todos en la oposición huelen mal, excepto unos “puros” que nadie conoce ni se sabe dónde están, y los pocos que se sospecha que son, no aguantan una elección primaria o de cualquier otro tipo. 

Venezuela es un país en dificultades. Graves. Secuestrado por unos pillos, unos rufianes. Son ellos el enemigo. Nuestros opositores radicales de poltrona (que no son muchos, pero hacen ruido) prefieren limpiar la casa de impurezas sin haber botado a los indeseables que se adueñaron sin permiso de todo. 

Jesus Lopez Cegarra

viernes, febrero 08, 2019

Relectura de Julio Cortázar (1914-1984)

Poco antes de abandonar mi país por un tiempo, estaba indeciso qué hacer con los libros que he acumulado durante décadas. Mi esposa era de la opinión de donarlos todos a alguna biblioteca. La idea no me hacía feliz, porque que todos esos libros que fui adquiriendo (descontando aquellos que “presté” y que ya sabía que no regresarían) lo fueron por alguna curiosidad o necesidad intelectual. Que terminaran apilados en algún sitio sin que algún lector curioso supiera que estaban allí era simplemente inaceptable.

En ese proceso abrí una cuenta en “Instagram” y decidí ponerlos a la venta. A precios más que razonables. Pensé que, si alguien hacía algún esfuerzo en adquirir alguno de ellos en particular, esto me hacía sentir que ese libro había encontrado un destino y un propósito. Después me enteré que como los ofrecía a un precio muy bajo, otros lo compraban para revenderlo, lo cual en el fondo no me molestaba, pues “indirectamente” se estaba sirviendo el mismo propósito.

Entre los que desenterré estaban libros de cuentos de Julio Cortázar. Algunos ya leídos, otros pendientes. A pesar de que había pasado mucho tiempo sin leerle, me daba cierta curiosidad volver puntualmente a algunos de sus textos. Cortázar es sobre todo un escritor de cuentos. Unos cuantos son pequeñas obras de arte. Con
algunos de ellos me relacionaba por muy variadas razones, por ejemplo, con “El Perseguidor”, “La continuidad de los parques”, “Grafitti” y especialmente con “Casa Tomada”. Pero el estilo algo áspero de Cortázar en ocasiones hace difícil seguirlo, aunque generalmente lo hacía (y lo hago) porque se presentan casos en que nos puede dar una sorpresa, como, por ejemplo, un inesperado viaje en el tiempo.

Cuando era un joven lector, me ocurría algo con Cortázar: Era un escritor de “moda” (quería decir de culto, pero prefiero de moda) para ciertos grupitos intelectuales y pseudointelectuales con quienes en ocasiones me relacionaba. Entonces, quería leerlo, pero para encontrar sus méritos como escritor y no por la influencia de la moda y o por estar en boga. Me asqueaba todo ese uso del mundo cortaziano para aparentar una especie de superioridad intelectual. Expresiones como Cronopio, Cronopio mayor para referirse a Cortázar me eran simplemente detestables. (Algo parecido ocurría con García Márquez. Había gente que usaba los títulos de sus cuentos o novelas para darse un aire de intelectual y parafraseaban cosas como “El presidente no tiene quien le escriba”, “El gobernador en su laberinto” …)

Su novela “Los Premios” es tal vez la que más me gusta. Combina acción, misterio detectivesco, esoterismos y psicología, sin dejar de ser una obra con las características de lo “Cortaziano”: Lo metafísico, lo fantástico enmarañado con lo cotidiano y sobre todo, una obsesión con el papel del lector en la lectura. No en vano más adelante hablaba del “lector hembra” (Pasivo) y del “lector Macho” (participativo y cómplice). Obviamente las feministas les desagradaba esta nomenclatura y el propio Cortázar tuvo que salir en su defensa.

En este proceso de redescubrimiento de Cortázar, estuve releyendo “Rayuela”. Unas décadas atrás la leí afiebrado. Ese mundo parisino con gente que se reunía a escuchar música (Jazz) y para discusiones intrascendentes sobre libros y pintores en medio de una historia de amor truncada y la tragedia me fascinaba y parecía una vida que quería imitar o emular. Hoy, con unos años encima tengo una apreciación distinta de la novela.

Pero esta segunda lectura fue un poco más lenta y llena de obstáculos. La fascinación que alguna vez me produjo ya no estaba allí, excepto en ciertos episodios con sus amigos pseudointelectuales con quienes el protagonista, Horacio Oliveira, tenía sostenía largas cacharas sobre todo y sobre nada. Eran una serie de tipos pretenciosos de quienes no saldría nada, pero disfrutaban la acumulación de tonterías intelectuales que con las que discurseaban a los demás, mientras miraban de soslayo a la Maga, una mujer normal y poco formada, que no entendía esas arengas “elevadas” pero no por eso dejaba de tener cierto encanto.

Otros pasajes como el concierto de Berthe Trepat o el de la muerte de Roncamadour están realmente logrados y son literariamente sublimes, con cargas de humor en ocasiones y de comprensión de los peores episodios de la naturaleza humana, que en sí mismos casi justifican leer las más de 500 páginas de la novela. Pero también hay momentos en que se siente que mucho de lo incluido es relleno o textos incoherentes que realmente no aportan mucho a la novela.

¿Es Rayuela una obra maestra? ¿Soportará el paso del tiempo? No sé y lo dificulto. Creo que la esencia de la novela ha envejecido y no veo forma cómo futuras generaciones se puedan conectar con una forma de ser y de vivir de un pequeño grupo de amigos intrascendentes. No es una obra que capture la esencia de un lugar y de un tiempo. Y esto no lo digo con alegría, porque Cortázar forma parte de las lecturas que en lo personal atesoro con mucho cariño.

jueves, enero 31, 2019

Beisbol y tiranía

El beisbol es el pasatiempo preferido de los venezolanos desde hace décadas. Hay una liga profesional (LVBP)y hay unos cuantos venezolanos jugando en las “Grandes Ligas” (MLB) del beisbol de los Estados Unidos. Cuando había dinero de sobra en el país, se trajeron jugadores que luego marcarían récords en la MLB, como Pete Rose o incluso llegarían al “Salón de la Fama”, como Greg Maddux.


En la LVBP hay de momento ocho equipos, pero dos destacan (Navegantes del Magallanes de Valencia y Leones del Caracas), pues son los que más seguidores tienen. Los juegos entre estos equipos son objeto de comentarios, burlas, análisis por parte de propios y ajenos. Los medios los llaman “Los Eternos Rivales”, como si de batallas épicas se tratara.

Por mi parte y por algún tiempo, era seguidor tanto de la MLB como de la LVBP, siendo mis equipos respectivamente los Yankees y Magallanes. Pero perdí el interés por el deporte hace mucho. Apenas si le doy seguimiento al Mundial de Fútbol, que por momentos acapara mi atención cada cuatro años. Esta desgana por el deporte no es producto de algún conflicto moral o ético. Simplemente ya no es objeto de mi interés. Solo algún resquemor me causa ver cómo las dictaduras de izquierda (incluyendo Cuba y Venezuela) tratan de sacar partido de ciertos “éxitos” en el deporte como prueba irrefutable del falso progreso y pretendida inclusión social que esos regímenes alcanzan, cuando en realidad lo que hacen es tomar a alguien con cierto talento, darle dinero y ciertas ventajas, para luego explotar públicamente los “logros”.

Incluso en el beisbol, la dictadura chavista-madurista ha buscado adjudicarse los logros de los jugadores destacados como si fueran fruto de su cosecha, cuando toda la estructura del béisbol profesional antecede a cualquier pretendido logro de su parte en la materia

Pero el béisbol venezolano cayó en la trampa.

Venezuela está pasando por una de las crisis más agudas en más de cien años y el béisbol venezolano no ha sido ajeno a esto, pero por las razones equivocadas. Aun cuando el gobierno tiene una crisis de liquidez importante, ha sido generoso en desviar dólares para la LVBP y esta lo ha recibido sin rubor alguno, aun cuando toda su directiva e integrantes deben estar conscientes de que ese dinero pudo haber tenido un mejor uso, para paliar la terrible crisis económica. Este béisbol traicionero, conociendo las penurias de su gente usa esos dólares para organizar un espectáculo en la Venezuela del hambre, la miseria, la corrupción y la violencia.

Así que con el béisbol ha pasado lo que también sucedió con gran parte de la sociedad venezolana en estos últimos veinte años: para el chavismo consolidarse en el poder precisaba corromper a los suyos y los adversarios. Y la manera fácil de hacerlo fue usar el dinero de la producción y venta del petróleo para comprar y domesticar consciencias. 

Y esa corrupción instigada y promovida desde el poder, usando el dinero del petróleo, ha sido la forma más fácil de limitar y reducir la libertad de un país y de su gente.

La Carta desgraciada

  Esa carta desgraciada Pu ño y letra De mi amada Gualberto Ibarreto El presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, decide ausent...