De Juan Nuño, filósofo nacido en Madrid,
fallecido en Caracas en 1995 recuerdo especialmente sus artículos de opinión
que publicaba en el diario “El Nacional”. Tenía una capacidad bien suya de
generar polémica, especialmente entre sus enemigos declarados, la izquierda
política filocomunista.
Conocí al profesor Nuño en algún momento de
comienzo de los años 90. Fue a Mérida a dar una charla sobre Freud, quien
curiosamente estaba de moda entonces (incluso yo me leí gran parte de su obra).
La charla fue en el Colegio de Médicos, creo recordar, y Nuño, quien era un
crítico implacable de Freud y lo comparaba con otras doctrinas totalitarias
como el “Marxismo”. Sus posiciones, como casi siempre no pasaron sin cierta
polémica, y un profesor de la Universidad, tal vez exaltado por alguna bebida
espirituosa, le respondió ásperamente, lo cual agregó más colorido a la charla.
Uno de mis amigos, Alirio Pérez Lo Presti,
aprovechó un momento para hablar con Nuño y pedirle una entrevista para el día
siguiente, lo que Nuño gustosamente aceptó. Y así fuimos el otro día a buscarlo
Alirio, Daniel Márquez, mi hermana Rosanna y yo al hotel donde se alojaba, el
“Caribay”. Nos fuimos a un parque que queda una cuadra más allá y nos sentamos
cómodamente en algún banco. Mérida era algo bastante distinta a la de hoy en
día y se podía estar en estos espacios abiertos sin mayor temor a alguna
manifestación del hampa.
El profesor Nuño se le notaba algo “paranoico”
pero le explicamos las bondades de la ciudad de Mérida. Era muy improbable que
nos ocurriera algo, cosa que a Nuño lo sorprendió bastante, viniendo de una
ciudad tan compleja como Caracas.
Lo mejor de todo fue la conversación.
Discutimos de muchos temas: Freud, Kafka, el tema judío, el marxismo, Borges,
la literatura, libros, etc. También hablamos de la situación de Venezuela,
siempre complicada y difícil. Fue un intercambio de ideas muy agradable y
enriquecedor, quisiera creer que para todos. Nuño era un buen conversador, pero
era también un buen oyente. Escuchaba nuestros planteamientos e inquietudes con
igual interés. Nuño, en persona era muy distinto de sus artículos de prensa,
escritos bajo otras premisas y condiciones y con un tono siempre invitando a la
polémica.
Lamentablemente entonces los medios para
comunicarse y mantenerse en contacto eran muy limitados y no logramos mantener
algún tipo de comunicación con el profesor Nuño, aunque siempre estábamos
pendientes de sus artículos y sus libros. Uno de ellos fue “La Veneración de
las astucias”, que incluía varios excelentes ensayos, especialmente sobre Jean
Paul Sartre, Henry Miller, José Ortega y Gasset, Miguel de Unamuno. Nos
sorprendía por un lado su absoluta veneración a Unamuno, pero también su
despiadado análisis de Ortega y su obra, y lo consideraba un buen “filósofo de
café” (Creo que sus ataques a Ortega eran injustos, porque Ortega, además de
ser un gran escritor, poseía una capacidad de entender la dinámica social y
sacar conclusiones y predicciones muy válidas, como lo hizo en “La Rebelión de
las masas”. Pero esto ya es tema de otra discusión).
Cuando los intentos de golpe de estado de 1992,
Nuño mantuvo una posición muy firme contra las aventuras militares golpistas,
que a la luz de la experiencia resultaron nefastas para Venezuela. Con ocasión
de la postura de Nuño, mi amigo Daniel Márquez escribió una carta que fue publicada
en el Diario El Nacional, titulada “Bravo Profesor Nuño”. No hay que olvidar
que algunos “intelectuales” y medios de comunicación (incluyendo a El Nacional)
simpatizaban con los militares golpistas.
Una de las grandes pasiones de Nuño fue el cine
y lo demostró con un libro: “200 horas en la oscuridad”. Es la recopilación de
crónicas escritas casi al momento de las películas que iba viendo.
Es una buena
referencia para conocer películas y tener su visión crítica y experta, pero de
una forma amena. Es una obra a la que siempre se puede volver para encontrar
nuevas posibilidades de lo que hay que ver y no hay que ver y disfrutar de sus comentarios
y visiones del tema.
Lamentablemente el profesor Nuño murió
relativamente joven. 68 años. Una vida un poco más larga no hubiera
proporcionado su clara visión de lo que vendría después, y hubiéramos tenido de
nuestro lado un aliado de primera en la lucha contra el primitivismo de eso que
vino a partir de 1998.
Jesus Lopez Cegarra
Jesus Lopez Cegarra
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