La obra que presentó al publico a los dos héroes (John Watson y Sherlock Holmes) es la novela “Estudio en Escarlata”. Es también acá donde ellos se conocen y establecen la relación de amistad y profesional que los unirá por muchos años, aunque interrumpida en ocasiones por el matrimonio y el ejercicio de la medicina por parte de Watson. Así lo afirma el propio Watson en el relato “Escándalo en Bohemia”:
“Últimamente yo había visto poco a Holmes. Mi matrimonio nos había distanciado. Mi completa felicidad y los intereses centrados en el hogar que envuelven al hombre que se ve por primera vez dueño y señor de su propia casa, absorbían toda mi atención, mientras Holmes, cuya misantropía le alejaba de cualquier forma de sociabilidad, seguía en nuestras dependencias de Baker Street, enterrado entre sus viejos libros, y oscilando, semana tras semana, entre la cocaína y la ambición, entre la somnolencia e la droga y la fiera energía de su ardiente naturaleza. Le seguía atrayendo profundamente, como siempre, el estudio del crimen, y dedicaba sus inmensas facultades y sus extraordinarios poderes de observación a seguir unas pistas y desvelar unos misterios que la policía había abandonado como imposibles. De vez en cuando me llegaba una vaga noticia de sus actividades…”
En “Estudio en Escarlata” se presentan varios elementos que definirán quienes son nuestros personajes, cómo se conocieron, a qué se dedican y cuales son sus intereses. Como en la mayoría de las novelas y relatos de Holmes, es Watson el narrador y el cronista que va registrando con detalle sus casos. Sabemos que Watson es un médico que participa como cirujano auxiliar en la “Segunda Guerra de Afganistán”, en donde sufrió heridas de importancia. En su regreso a Londres estaba en la búsqueda de un lugar donde vivir a un precio asequible preferiblemente compartido con alguien, para igualmente compartir los gastos. La solución viene a través de quien fuera su ayudante que conoce a alguien (un colega) que está en esa misma búsqueda. Y así le presenta a Holmes.
De este encuentro se derivan al menos dos aspectos que van a ser esenciales las demás aventuras de Holmes: La personalidad inquieta y enfocada de Holmes para resolver las investigaciones que enfrenta (Holmes le aclara a que su profesión es “detective consultor”), su aguda capacidad de observación y análisis, aplicando todos los conocimientos técnicos que ha aprendido en su carrera, para deducir el qué, cómo y quiénes del caso en estudio. También aprendemos de la faceta oscura de su personalidad: sus estados melancólicos (depresivos). Y también nos se presenta esa coordenada geográfica aún hoy famosa: 221 B Baker Street.
Para demostrar sus capacidades, Holmes usa al propio Watson como objeto de su método, y deduce todo lo relacionado con su profesión, participación en la guerra de Afganistán y hasta de las heridas sufridas. Curiosamente, Watson le hace saber que todo cuanto le presenta le recuerda a otro detective literario, Auguste Dupin de Edgar Allan Poe. Sin embargo, la comparación no es bien apreciada por Holmes, quien contrarréplica con sarcasmo:
“Sin duda usted cree hacerme un cumplido al compararme con Dupin —arguyó—. Pero, en mi opinión, Dupin no valía gran cosa. Ese truco suyo de irrumpir en los pensamientos de sus amigos con una observación pertinente, tras un cuarto de hora de silencio, es realmente muy artificioso y superficial. No carece, sin duda, de cierto talento analítico, pero no era, en modo alguno, el prodigio que Poe parecía imaginar.”
(Sin embargo, poco más adelante Watson/ACD tratan de suavizar el arrebato de Holmes contra Dupin/Poe diciendo: “A mí me pareció bastante indignante que tratara con tanto desdén a dos personajes que habían suscitado mi imaginación”. Más adelante haremos algunas menciones de Poe y el Detective Dupin).
Estos elementos introductorios son de gran relevancia para el desarrollo posterior de nuestros héroes, aunque la novela tiene varias debilidades en cuanto a estructura y técnica narrativa.
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