domingo, septiembre 21, 2014

Recordando a Arturo Uslar Pietri




Días atrás escuchaba una entrevista al escritor Mario Vargas Llosa. La periodista le preguntaba por lecturas que podía recomendarle a los estudiantes venezolanos. De la vasta cultura del laureado escritor, muchos libros y autores pudieron ser sugeridos que resultaran provechosos para entender y buscar salidas a la hora menguada que vive el Venezuela actualmente. Sin embargo, la sugerencia de Vargas Llosa, al menos a mí resultó sorprendente: Arturo Uslar Pietri (AUP).

Los elogios de Vargas Llosa hacia AUP eran pertinentes y justos con su obra y su persona. Decía que nunca fue suficientemente reconocido en vida, que era un hombre moderado y creía en el diálogo. Un hombre moderno, pero a la vez profundamente encariñado con la tradición venezolana.

Uslar Pietri fue un hombre del siglo XX, no solo porque lo vivió casi por completo, sino porque su obra (tanto literaria como de ensayo) busca dar una explicación lógica y orgánica a Hispano-América desde que Colón llegó a estas tierras hasta la fecha, aunque no fue su único tema.

Desde muy joven fue atrapado por la pasión literaria y escribió con apenas veintitantos años una obra apasionada, y no por eso inmadura: “Las lanzas coloradas”.  Desde sus primeras páginas nos lleva a uno de los episodios de  la guerra de independencia venezolana, que otro gran intelectual venezolano calificó como una gran guerra civil.

Obviamente Venezuela ocupa un importante lugar en su obra. No solo su (accidentada) historia, sino también el significado y alcance de un hecho que dividió nuestra historia en un antes y un después: La explotación de la riqueza petrolera.

No fue poco lo que AUP dedicó a este tema, especialmente en su afán orientador sobre la mejor manera de utilizar esa nueva riqueza que manaba casi sola del subsuelo. Sus recomendaciones se resumían en una frase que sonó en Venezuela por muchísimos años: “Sembrar el petróleo”.  Algunos decían que esa frase la había sido acuñada por algún otro venezolano meritorio, pero en la realidad, fue AUP quien dedicó buena parte de sus esfuerzos intelectuales en el desarrollo de ese tema.

Su propuesta era sencilla: usar los recursos petroleros para crear una Venezuela productiva y eficiente, apartada del modelo perverso “rentista” de simplemente vivir de la venta del petróleo. Este esquema era aprobado por todos, incluyendo los políticos que le sacaban provecha al esquema. Sin embargo, cuando en la década de los 80 del siglo XX la OPEP fue “puesta de rodillas” y los precios del petróleo bajaron a niveles viles, la Venezuela “próspera” y del dólar barato se vio de pronto arruinada y hundida, con un deseo suicida de autodestrucción y de venganza a cualquier costo, que en 1998 consiguió al elegir para la presidencia de la república de un hombre que no hizo sino repetir con desquiciada demencia el esquema “rentista” que todos criticaban.

Junto con su carrera literaria, también desarrolló una carrera política, que lo llevó en los años del post-gomecismo a ocupar cargos importantes en el alto gobierno. Pero el Golpe de Estado ejecutado por el recién creado partido político “Acción Democrática” y algunos factores militares lo llevaron al exilio y a una “amarga” coexistencia más adelante con quienes derrocaron a un gobierno que la historia ha evaluado como positivo. Sin embargo, AUP es una persona que siempre fue vista ligada al gomecismo y por tanto asociado (para bien…o para mal) con una de las tiranías más cruentas vividas en el subcontinente.

Pero de esa relación nunca escondida con el Benemérito Juan Vicente Gómez, surge más adelante una de las novelas que junto con las de Mario Vargas Llosa, Gabriel García Márquez, Alejo Carpentier, Augusto Roa Bastos, entro otros, buscan entender el fenómeno del “Dictador Latinoamericano”, personificación siniestra del “Caudillo” de nuestras latitudes.

AUP fue siempre alguien cercano al poder, y todo parecía acercarlo al Palacio de Miraflores, pero el Golpe de Estado en 1945, lo llevó a un exilio, llevando a cuesta la acusación de malversación de fondos de la partida secreta del gobierno. Más adelante, en 1963 es candidato presidencial, obteniendo un buen caudal de votos, pero lejos de ser suficientes para llegar a la presidencia.

AUP tuvo también un acertado acercamiento a la televisión, donde combinó exitosamente su incomparable capacidad telegénica y su enorme cultura, y así llevar a la pantalla, algunos de los grandes temas de la cultura universal y nacional. Por ello también, era frecuente verlo en entrevista en la televisión, criticando las desviaciones que en lo social, económico y político llevaban a cabo los gobiernos de la era democrática posteriores a Pérez Jiménez.   

 En los años 90, en el segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez, se convirtió en la cabeza visible de algo que los medios denominaron “Los Notables”, nombre que le dieron a un grupo de destacados (conocidos) políticos e intelectuales, que criticaban duramente al gobierno de Carlos Andrés Pérez, y que anunciaban que de no haber cambios, un golpe de estado en Venezuela era inevitable.

Incluso, en un programa de televisión, se atrevió al despojar a la palabra “pendejo” de su ruda connotación, al usarla para referirse a los venezolanos honrados que eran burlados por un gobierno que no oía y que actuaba en contra de los intereses del país. A partir de ese momento, se usaba de manera normal en cualquier escenario, en cierta manera para estar igualado con el gran intelectual. Hasta se convocó a una  “Marcha de los Pendejos” para protestar en contra del gobierno.

Con el tiempo, la impresión que se tiene es que esos “Notables” (incluyendo a don AUP) sabían de las intenciones de ciertos factores dentro de las Fuerzas Armadas de intentar un golpe de estado. Y en cierta manera, AUP no hizo una condena contundente a los intentos de golpe del año 1992, pues se refirió a ellos como “atípicos”, pues de alguna manera se alejaban del golpe estilo Pinochet en Chile. Su alegato era que no se dio para establecer una dictadura militar. Para un hombre bien conocedor de las historia, cabe preguntar si las solas declaraciones de los militares golpista es suficiente para decir que era un “Golpe Bueno” o usando el eufemismo de AUP “atípico”. Al parecer, Don AUP nunca pudo superar el golpe “típico” del 18 de octubre de 1945, y eso nubló mucho de su objetividad como historiador y ensayista en 1992.

En mi juventud leí con mucho interés la obra de AUP. Logré aprender mucho de sus libros. Hoy en día, sus libros no están entre mis prioridades para darles una relectura, pero con esto no quiero desanimar a quienes quieran adentrase en su obra. Yo recomendaría  dos: “Godos, insurgentes y visionarios” y “Golpe y Estado en Venezuela”.   Creo que ambos 
dan luces sobre el pensamiento y las intenciones de don AUP.

Jesús López Cegarra

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