sábado, enero 18, 2014

Para entender 15 años

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Dedicado a mis amigos Alirio Perez Lo Presti; Daniel Márquez Breto y Roger Vilain

Venezuela ha vivido desde 1999 hasta el presente (2014), un conjunto de situaciones muy contradictorias y hasta extravagantes, con llegada al poder del teniente-coronel Hugo Chávez. Desde su irrupción en las pantallas de televisión, donde profirió un corto discurso, se convirtió (para bien o para mal- para mal yo digo) en uno de los principales protagonistas del siglo moribundo y el comienzo del milenio

Se puede seguir el hilo de acontecimientos que han llevado a la situación presente al año 1992, cuando dos rebeliones militares cambiaron completamente el panorama político. Es harto conocido que los principales partidos políticos estaban  desprestigiados y la crisis económica había desalentado a más de un venezolano, pero existían igualmente intereses de algunos sectores de la sociedad, para dar al traste con las instituciones y negar cualquier atenuante. Se trataba de una conspiración que contaba con grupos económicos, “intelectuales”, medios de comunicación entre sus más activos participantes, y que dieron soporte a las aspiraciones del teniente-coronel.

Entre las cosas que en lo personal recuerdo del mito mediático que se construyó  alrededor de los cabecillas de ambas rebeliones, era que se trataba de militares de una gran inteligencia y formación académica, preñados de las mejores intenciones y con el deber “patrio” de restaurar la democracia y poner en plena vigencia la Constitución Nacional de 1961, “mancillada” por los políticos en el poder. (En mi caso, bastó tratar de leer un librito atribuido a Chávez, para desvirtuar por completo ese perfil de seres superiores que se le trató de endilgar. Ver “Un Brazalete Tricolor” Si algo se puede colegir de las páginas de ese libro plagado de lugares comunes y redactado en un estilo farragoso, era la convicción de Chávez de que es el ejercito quien debe tutelar y guiar a la nación).  No obstante, apenas llegan al poder, descargan toda su ira sobre el librito que supuestamente justificaba la aventura golpista,

Los intentos de golpe de estado del año 1992 abrieron un debate, que en gran medida estuvo mediatizado (en favor de los golpistas) por algunos personajes (intelectuales, periodistas, políticos) con mayor o menor peso en la opinión pública por su constante presencia en los medios de comunicación. Igualmente, ciertos grupos económicos, con influencia en esos medios, o bien apoyaban de manera más o menos directa a los militares golpistas, o bien se encargaban de desprestigiar y atacar al gobierno y sus instituciones. Sus intenciones claramente no eran el bienestar de la República, sino incrementar su poder. La mayoría de ellos no pudieron advertir que el teniente-coronel solo los usaría para sus fines y les daría su buena patada cuando ya no hicieran falta. La lista de estas “viudas” de la revolución es larga y no ha terminado aun.

En ese ambiente enrarecido, era de buen tono defender la acción de los militares golpistas y atribuirles toda clase de buenas intenciones. En cambio, defender las instituciones, proponer su transformación desde el propio sistema legal y constitucional vigente era mal visto. Sin embargo, algunas voces calificadas, usando la razón y argumentos históricos, políticos y filosóficos dejaron clara constancia del error que significaba embarcarse en la aventura corsaria del golpismo. Uno de ellos fue el historiador Manuel Caballero.

“La peste militar” (Editorial Alfa, Caracas, 2007) recoge un grupo ensayos y artículos periodísticos publicados en su mayoría en diarios de circulación nacional, relacionados y organizados en torno a un tema muy sensible a los venezolanos de hoy: los militares y el poder.

Caballero en sus escritos que comienzan con los hechos sangrientos del 4F hasta un el año 2007, va dando cuenta de la verdadera naturaleza del movimiento “Bolivarista”. Desde el mismo principio entendió la naturaleza fascista del “proceso” (ver p. 72, 103 y 160, entre otras), las evidentes carencias intelectuales de sus protagonistas, el interés de la toma del poder por el poder mismo, el culto a la personalidad como motor de la “revolución”, pero por sobre todo el carácter militarista del movimiento, que como explica su autor:

El militarismo no es así el reforzamiento de la Fuerza Armada como Institución del Estado, sino su disolución en un mar de “reservistas” armados, a las exclusivas órdenes del jefe único (…)” (p. 69), que a fin de cuentas es lo que el Sr. Chávez tuvo en mente, (recuérdese la famosa frase “revolución pacífica, pero armada” a la que aludió en distintas ocasiones)

Además, en el libro, Caballero expresar sus puntos de vista y justificaciones políticas,  históricas y filosóficas contra los intentos de golpes de estado (4F y 27N) y lo que lamentablemente vendría a partir de 1999, relatando igualmente algunos de los hechos históricos puntuales que
más tarde explican lo que han significado estos años de mandato chavista-fascista.

“La peste militar” es un libro necesario para todo quien desee entender  no sólo lo que ha ocurrido en Venezuela en estos últimos años, sino también las argumentaciones intelectuales que nos obligan a salir de esta pesadilla.

Jesús López Cegarra

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