domingo, mayo 01, 2011

Pronto desaparecerá la máquina de escribir


Leo en el periódico la última fábrica máquina que sobrevivía cierra sus puertas. Es una noticia aparentemente triste. Probablemente gran parte de las obras maestras literarias del siglo XX salieron a la vida a través de este instrumento.

La máquina de escribir, para un ciudadano del siglo XXI, puede ser apreciada como una de esas rudimentarias hachas del hombre de la prehistoria. Pero para una persona de mi edad, nacido a mediados de la década de los sesenta del cada vez más lejano siglo XX, la máquina de escribir era un instrumento relativamente moderno. De hecho en mis padres, en algún momento compraron una “eléctrica”, que además de la facilidad para escribir relativamente más rápido que las tradicionales (sus teclas apenas necesitaban ser presionadas para que marcaran el carácter solicitado) tenían una cinta adicional para borrar los errores. Mis amigos iban a mi casa para ver esa maravilla tecnológica trabajando. Eso fue a comienzos de los años 80.

Y durante ese tiempo, mi padre, que era un aficionado la modernidad representada las computadoras (era de las pocas personas que durante los años 60, 70 y 80 creaban programas… en tarjetas perforadas…), se compró una de las primeras PC disponibles en el planeta. Era una maravilla tecnológica… que tenía una capacidad de memoria risible para los estándares modernos.

Con el tiempo se llegó la transición a las computadoras. Yo, y varios de mis amigos con veleidades literarias, casi juramos mantenernos fieles a la “forma” como se debía escribir: con una máquina de escribir y con corrector “Typex”… No obstante, la modernidad, de manera inexorable, nos fue acorralando para que cada quien tuviera en su casa, su propia PC.

Por tanto la máquina de escribir se fue convirtiendo en un objeto obsoleto. Si bien, en los tiempos AC (antes de la computadora) eran una forma rápida y ágil para escribir, tenían un defecto que la computadora logró superar: los errores no se podían corregir sin afectar el documento final. Con las máquinas de escribir, un error era (y sigue siendo) costoso, especialmente frente a la Administración Pública: esta podía decidir de manera unilateral, que la corrección de un documento era un pecado imperdonable y por tanto objeto de ser inadmisible y sin valor jurídico. “Sin tachaduras ni enmendaduras” es el lema que debería figurar en las enseñas patrias.

No obstante ¿Es cierto que las máquinas de escribir desaparecieron y fueron sustituidas por las ubicuas y perversas computadoras?

Probablemente, esas máquinas de escribir estaban no estaban condenadas a morir... sino a evolucionar. La “evolución” les llegó en forma de una “súper máquina de escribir” representada por las PC: más rápidas, con más memoria, con funciones inimaginables para un artilugio que a la luz de hoy, luce primitivo.

Es curioso, pero las PC del siglo XXI mantienen un rasgo que representa una traza inconfundible: el teclado QWERTY.

Ese teclado era una novedad… a finales del siglo XIX: permitía escribir a dos manos y con menos probabilidad que los martillos que presionaban la cinta entintada que marcaba en la hoja se enredaran entre sí.

QWERTY es un vestigio que muy probablemente desaparecerá, porque no tiene ninguna función en las PC modernas. Probablemente sea el nuevo reto que los “modernos” nacidos en la era de las PC deban enfrentar… mientras sus hijos vean de manera natural una nueva disposición del teclado.

Las PC también morirán. Es un destino ya escrito. Ya se habla de súper dispositivos que, auxiliados por la nanotecnología… estén ubicadas en nuestro ojo… Una especie de lente de contacto que con un parpadeo o por emisiones eléctricas de nuestro cerebro sean capaces de hacer comunicarnos con alguien en otro país, reconocer a alguien que se nos aproxime, haga transacciones de cualquier tipo, escriban documentos mientras estamos sentados comiendo… y un largo etcétera…

Y es probable, que alguien de mi edad logre ver esos cambios…

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