jueves, abril 11, 2019

Nuestros tiranuelos y las redes sociales

Una amiga me reclamaba lo que ella identificaba como “comentarios chavistas” de mi parte. Todo porque le hacía saber que en este conflicto difícil que tiene lugar en Venezuela, luce poco probable una salida que sea en interés del país y de la mayoría que se ve oprimida por una tiranía insana. 

A esta amiga le enviaba un mensaje diciéndole que me extrañaba que no me enviara información sobre la situación venezolana. Ella es del tipo de personas que recibe y envía gran cantidad de información, mucha de ella difícil o imposible de corroborar o verificar. Pero bueno, a veces (a veces) se puede fantasear con las especulaciones que van en línea con nuestros deseos. Pero la mayoría de estas no se corresponden con la realidad.

Con las “redes sociales” aparecen muchos “opinadores”, mucha “gente informada” que hablando en un tono y lenguaje más o menos críptico, “saben” lo que está pasando, o explican por qué no pasó algo. De esos opinadores, no recuerdo alguno que me haya impresionado. En esta hora menguada de Venezuela, creo que la acción necesaria es organizarse más, especialmente para enfrentar a los paramilitares pro-gobierno, así que cualquier orientación en ese sentido es más útil para un país desesperado.

Volviendo a mi amiga, ella unilateralmente decidió excluirme porque mis comentarios “chavistas” le molestaban. Esos comentarios iban orientados en el sentido de que Venezuela experimenta una situación compleja, donde países antidemocráticos y con intereses muy particulares están interviniendo, y ese factor impide una solución pacífica. Mi amiga consideraba que yo soy de los pesimistas de oficio y que ya todo es cuestión de tiempo, porque ya hay un consenso de que el estado venezolano es un estado forajido que debe ser sustituido lo más pronto posible. Ojalá sea así, pero yo insisto en mi cantaleta: Hay que organizarse y las redes son una herramienta para ello. 

Por otra parte, con estas nuevas tecnologías de información, redes sociales, etc., nos acostumbramos a enviar y recibir información sin apreciarla o asumirla “a beneficio de inventario” como dicen los abogados. Tal vez olvidamos que no todo contenido está dirigido a un público general y no manejamos las sensibilidades o criterios que del interlocutor.

Estuve revisando ese chat de WhatsApp que generó tanto disgusto. No vi (desde mi perspectiva) nada ofensivo ni “chavista”. Tal vez uno que otro comentario dudando si tal o cual estrategia tendrán algún resultado práctico. No todas las acciones dan el resultado esperado, pero es preferible hacer algo que estar esperando pasivamente.

Sin embargo, ante la hora difícil de Venezuela, creo que las autocríticas destructivas deben dejarse para otra ocasión o al menos pensar bien si habrá algún beneficio para la causa mayor por la que se lucha. Pululan en las redes sociales y en las poltronas de programas de televisión personajes que se dicen contrarios al chavismo, pero que hacen las más ásperas críticas a la oposición, tratando de exhibir una pureza antichavista en el ADN. Para estos personajillos, todos en la oposición huelen mal, excepto unos “puros” que nadie conoce ni se sabe dónde están, y los pocos que se sospecha que son, no aguantan una elección primaria o de cualquier otro tipo. 

Venezuela es un país en dificultades. Graves. Secuestrado por unos pillos, unos rufianes. Son ellos el enemigo. Nuestros opositores radicales de poltrona (que no son muchos, pero hacen ruido) prefieren limpiar la casa de impurezas sin haber botado a los indeseables que se adueñaron sin permiso de todo. 

Jesus Lopez Cegarra

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