viernes, diciembre 08, 2017

El extraño incómodo

Las sociedades humanas generalmente desarrollan creencias y conductas con el fin de preservar la convivencia. Algunas son de obligatorio cumplimiento, cuando están codificadas en leyes, y otras solo pueden ser cumplidas por convicción propia, aunque en muchas ocasiones, la presión social puede ser determinante para adoptarlas como si fueran de ineludible observancia.

Algunos de esos esquemas se relacionan con actos que realmente ofenden a la sociedad o a sus integrantes. El más universal es el de no matar a otro ser humano, a menos que haya un motivo muy justificado, como la legítima defensa: ante una situación en que se ve comprometida la integridad física de una persona, es justificable usar la fuerza para repeler una agresión, de ser necesario acabando la vida de quien ataca.

Sin embargo, existen otras de creencias que aun cuando no afectan la vida social, son toleradas hasta cierto punto. Pensemos en la creencia en un ser superior creador de todo, que es en gran medida impuesta por la sociedad. Quienes no comparten esa visión son vistos como una especie de seres inmorales, capaces de las peores acciones y dueños de vidas disolutas y perversas.

“El Extranjero” de Albert Camus, es una novela que nos pone frente a como somos juzgados por la sociedad. Como acciones aparentemente intrascendentes para el individuo puede tener una resonancia en la vida social y en la forma como los demás nos aprecian.

Meursault, es el personaje principal de la novela y quien nos va contando los hechos que van desde la muerte de su madre hasta la espera de su ejecución de pena de muerte. Desde el principio se nos revela como alguien a quien le es indiferente el dolor ajeno de una mujer apaleada, pero que por otro lado es capaz de prestarse a una coartada manipulando la declaración ante la policía, para ayudar a su amigo Raimundo, quien fue quien le dio los golpes a esa mujer. Sin embargo, actua con la convicción de que ayuda a un amigo, sino que es resultado de una completa abulia, una carencia total de empatía hacia la víctima.

En un episodio algo confuso, y para evitar que su amigo Raimundo fuera agredido por unos árabes, Meursault descarga completamente un arma de fuego y da muerte a uno de ellos. Lo que en principio podía ser una legítima defensa se va desdibujando. Después de los primeros disparos, Meursault buscaba dar muerte a una persona que ya no oponía resistencia.

Meursault es llevado a juicio. Su defensor se muestra confiado en que o bien saldría en libertad, o la sentencia sería leve. Sin embargo, el proceso toma un giro inesperado, porque a Meursault, aunque en apariencia se le juzga por dar muerte a una persona, el razonamiento del acusador es que la culpabilidad está demostrada por la completa indiferencia y frialdad que mostró Meursault ante la muerte de su madre. Un hombre así, que no alberga sentimientos hacia el ser que le dio la vida, que anida sentimientos contrarios a la religión y que le muestran como un ser indiferente no puede ser inocente del crimen.

Son llamados como testigos los compañeros de su madre en el asilo de ancianos. Todos ratifican su desamor filial. Sale a relucir que, a su vuelta del funeral, lejos de mantener un comportamiento acorde con la enorme pérdida sufrida, va con su novia María al cine a ver una comedia para luego irse tranquilo con ella a su apartamento. Comportamientos ajenos a lo que dictan las convenciones sociales. Incluso, el hecho de que hubiera internado a su madre en el asilo, aunque Meursault carecía de medios para mantenerla, es también un agravante.

Meursault se conduce en todo momento en una línea difusa entre la sociopatía y la entera libertad absoluta de pensamiento; entre lo que puede considerarse lícito y el nihilismo destructivo, que puede convertirse en un peligro social, sea por el ejemplo o sea por las acciones. 

¿Cuándo se es injusto o cuándo es mejor que la sociedad sea implacable con quienes así actúan? ¿Dónde trazamos el límite donde acaba la tolerancia?, pero también, ¿podemos juzgar y condenar a alguien porque sospechamos que es un potencial peligro para la sociedad?


La libertad es la aspiración máxima del hombre. Contradictoriamente, la libertad absoluta solo beneficia a los más fuertes y lleva a la injusticia y al estado más bárbaro, incompatible con la vida social en armonía. Se requieren de ciertas barreras y límites que contengan los impulsos primitivos, que, aunque restrinjan o puedan ser en ocasiones incómodas, pues nos otorgan el suficiente espacio para desarrollarnos en paz. 

Jesús López Cegarra

miércoles, octubre 18, 2017

La Bestia en desgracia

El señor Harvey Weinstein cayó en desgracia literalmente de la noche a la mañana. Hasta comienzos de octubre 2017 era uno de los hombres más poderosos del “show business” pero hoy sus amigos se alejan y se retractan hasta de haberlo defendido solo momentos antes.

Oliver Stone llamó a la cordura y a esperar que las acusaciones se diluciden en un tribunal. La actriz Lindsay Lohan le pidió a la esposa del productor estar con él en esta hora difícil. La diseñadora Donna Karan insinuaba que no todo era culpa de Weinstein, también las formas de vestir de algunas mujeres provocaban estas reacciones. Por supuesto los arrepentimientos no se hicieron esperar. Tengo para mí que quienes adelantaron su defensa, veían a Weinstein como un “too big to fail”, pero que ahora que pareciera que está en grandes problemas, muestran arrepentimiento por su ligereza.

Hasta mi admirado Quentin Tarantino, niño mimado del caído productor, aunque lo considera su amigo, en principio pidió unos días para evaluar cuidadosamente cuál sería su declaración sobre el tema. Weinstein era sin duda una figura con la que nadie se quería meter.

Weinstein es un tipo de un talento especial: Reconocer buenas películas. O hacer buenas relaciones para que siempre estuvieran en la mira de algún premio importante. Bajo su desempeño tanto en Miramax como en The Weinstein Company, lograron películas con buenos resultados económicos, otras con distintas nominaciones a los premios Oscar y otras para el puro entretenimiento sin mayores aspiraciones artísticas. Pero en todo caso, se trataba de un hombre exitoso. 

Su fama de acosador sexual no era nueva ni ajena al mundo de Hollywood. Simplemente era ignorada. ¿La razón de tanto silencio? Weinstein era un hombre poderoso, que decidía quien entraba y quien salía... y a quién se le destruía. Pero de vez en cuando se dejaba colar algo sobre el comportamiento del productor. En 2013, por ejemplo, Seth McFarlane, en una ceremonia de los premios Oscar, se atrevió a decir, en relación con las actrices nominadas al mejor papel secundario: “Felicitaciones, ustedes cinco ya no necesitan seguir fingiendo que les gusta Harvey Weinstein”. Hubo muchas carcajadas y una sonrisa incómoda de Emma Stone, quien le acompañaba en el escenario.

La caída Weinstein en 2017 va acompañada de sendos artículos sobre el tema publicados en “The New York Times” y “The New Yorker”, este último fue escrito por Ronan Farrow, hijo biológico de Woody Allen y Mia Farrow. Farrow, es sabido, está alejado de su padre pues se solidarizó con su madre luego del escándalo sexual del director y su extraña relación (por decirlo eufemísticamente) con una hijastra. Por lo que el tema de su reportaje le era cercano y a la vez doloroso.

Farrow trabajó por 10 meses en el reportaje y entrevistó a varias mujeres. Sus testimonios son impactantes y dan cuenta del poder de Weinstein, quien contaba con un equipo legal dispuesto a todo para sacar a su cliente de cuanto agravio cometía. En el caso de la denuncia de una modelo de apellido Gutiérrez, aun con grabación en mano del acoso, la Fiscalía no efectuó ninguna acusación por ciertos hechos que podían hacer ver, frente a un jurado, que la modelo era una persona de una dudosa reputación. El caso terminó con un arreglo extrajudicial con ella, que incluía un acuerdo de confidencialidad (non-disclosure agreement).

La pregunta que surge a frente a las denuncias en contra de Weinstein (apartando las relacionadas con violaciones, que señalan violencia y por tanto coacción contra la víctima y ausencia de consentimiento de su parte) es que las mujeres en estos casos eran mayores de edad, sin impedimento físico o mental, que frente a los avances sexuales del productor bien podían negarse, marcharse y dejarlo envuelto en su bata de baño.

Sin embargo, y sin intención de considerar que todos los casos fueron iguales, pues seguramente algunos son más dramáticos que otros, hay varios factores que apuntan concluir que se trataba de una actitud depredadora inexcusable y sin atenuantes por Weinstein: Se trataba de un hombre con mucho poder (incluyendo el físico), que sabía que lo tenía y buscaba aprovecharse de él para su beneficio. Las víctimas son mujeres que están comenzando su carrera, jóvenes sin mayor experiencia, que saben (o creen) que rechazar los avances de Weinstein tendría consecuencias negativas para sus aspiraciones profesionales. Además, los encuentros eran arreglados por empleados de su empresa para parecer reuniones de trabajo, pero todos conducían a la habitación del productor. Era un entramado montado para quebrar la voluntad de las víctimas.

Más triste aún es que su esposa Georgina Chapman, que hoy rauda abandona a su esposo a su suerte, por años se benefició de este acoso, pues Weinstein imponía a las actrices que usaran la ropa diseñada por la empresa Marchesa propiedad de ella. Hay que ver si esta relación pasa por debajo de la mesa o se convierte también en un tema de discusión es este macabro asunto.

Lo importante de casos como el de Weinstein (y acá se puede agregar a Bill O´Reilly, Bill Cosby y Roger Ailes) es que hay un cambio significativo de la sociedad frente a estos casos, para apreciar que son casos complejos, en los que más que juzgar el resultado, hay que evaluar toda la interacción de elementos que permiten que el depredador saque provecho de un acto sin consentimiento, y que además saliera ileso y más bien con la ventaja de que la duda recaiga sobre la víctima.

Algunos afirman que la caída de Weinstein está relacionada con la decadencia de su empresa y su influencia en el mundo del espectáculo. Pareciera que esos hombres otrora poderosos son empujados al abismo a la primera muestra de debilidad. Es seguro que este no será el último escándalo de esta naturaleza… veremos cómo termina.

Jesus Lopez Cegarra

sábado, mayo 20, 2017

En búsqueda del Paraíso

De vez en cuando soy asaltado por dudas existenciales. No es una preocupación mayor, porque a falta de una mejor definición, soy lo que se puede llamar un “agnóstico”, es decir, que declaro mi ignorancia a todo aquellos que trasciende la experiencia, si he de creer a lo que dice el Diccionario sobre el tema. En otras palabras, todo lo que está más allá de la muerte forma parte de lo especulativo. Que si es así o si es de esta otra manera no lo sabemos, porque nadie ha venido a darnos detalles. Después de la muerte, es un “one way ticket”. Al menos eso es lo que nos dice la experiencia.

Pero tenemos la religión. No una, cientos. Y de muy variado pelaje. Un Dios. Varios Dioses. Algunas extintas como los dinosaurios. Otras sobreviven a pesar del tiempo, como la católica. Pero hay ciertos elementos comunes (no pretendo ser experto en el tema, ni tampoco lo aspiro), pero en términos generales hay la creencia de una divinidad que debe ser venerada y que exige determinados comportamientos, tanto en lo personal como en lo social, lo que incluye la observancia de determinados rituales, como ir a una ceremonia cada tanto, o ir a ciertos lugares.

En muchas de esas religiones, lo que se plantea es que estamos en una especia de transición en este sitio que llamamos “tierra”, y de acuerdo a con nuestras acciones tendremos una recompensa o seremos castigados. Al morir, se revisa nuestra contabilidad. El “debe” y el “haber”. Se busca saber cómo administramos nuestras acciones. Si son malas, pues es un pasivo. Si son buenas, un activo. El resultado determina en dónde nos ubican. Más "activos" nos conduce al “Paraíso”.

Mi formación religiosa fue en el catolicismo, por lo que “Paraíso” significa esencialmente dos cosas: El lugar donde Adán y Eva vivían plácidamente hasta que, en su condición de inquilinos, incumplieron con una cláusula que acarreaba la rescisión del contrato de inquilinato con el creador; así como el lugar en que los “buenos administradores” de sus acciones se reunirán con Dios.

Sin embargo, hay personas que obviamente pertenecen al otro lado de ese espectro. Van desde los tibios y pusilánimes agnósticos como este servidor, hasta los más radicales que no creen en lo absoluto que exista tal cosa como un Dios “creador del cielo y de la tierra”. Son gentes que igual hablan de Dios todo el tiempo, pero en sentido negativo en cuanto a su existencia, si hacemos caso a lo que nos decía el reconocido autor católico alemán Heinrich Böll, en su gran novela “Opiniones de un Payaso”.

Más aún, dentro de estos se ubica una sub-especie que no cree que eso de un paraíso “elsewhere”, y su búsqueda está aquí, entre nosotros, hay que construirlo y no esperarlo en una vida posterior. A esos constructores de un mundo mejor les llaman “socialistas” y/o “comunistas”. Es una fauna tan variada como las religiones, porque, a fin de cuentas, es también una religión, con sus dioses, santos y liturgia. Y aunque algunos de estos intentos se apoyan en su “condición seglar”, mucho de su fundamento se basa en ideas religiosas.

Eso de construir un paraíso en la tierra no es tarea fácil porque habría que empezar por definir y caracterizar qué es eso de un “paraíso terrenal”. ¿Quiénes determinan el qué, quién y el cómo? Al no mediar una divinidad, pues es un ser humano quien lo hace, es claro que está sujeto a las limitaciones intelectuales y prejuicios que cualquiera puede tener. De esos experimentos del paraíso terrenal hay históricamente varios que se han implementado y el saldo no es especialmente alentador.

En la historia del siglo XX, hubo un experimento que por mucho tiempo fue, ¿cómo decirlo?... ¿inspirador? para muchas luchas y rebeliones contra la desigualdad y la injusticia. Tuvo lugar en Rusia en 1917 con una revolución que impuso un modelo “marxista-leninista” a lo largo de gran parte del siglo XX. Aunque la propaganda relataba un estado de bienestar y progreso social y tecnológico, en la ineludible realidad resultados no dan cuenta de un éxito de un avance en las condiciones de vida de los ciudadanos y de los países que a la fuerza anexaron a lo que se llamó la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Por el contrario, se trató de un sistema que conculcó libertades y no tuvo logros significativos desde el punto de vista económico.

Porque el problema de los “paraísos”, al menos de como lo hemos concebido acá en este estrecho planeta, es que no sabemos qué es eso de un “paraíso”. Lo que se ha filtrado en todo esto es que hay un menú, o al menos el “paraíso” soviético nos daba cuenta de que las opciones de la felicidad son limitadas, y lo que es peor, que ese paraíso termina en una pesadilla kafkiana en la que no importa cuánto se avance, siempre hay un trecho pendiente por recorrer.

El experimento ruso fracasó. Estruendosamente. Inexorablemente. Al parecer la gente necesita un poco más. En la medida que vemos lo básico satisfecho, aspiramos a algo más, y no todo termina en una avaricia incontenible. Al ver logradas ciertas necesidades (alimento, vivienda, abrigo), van surgiendo de ahí las obras grandes de la humanidad. Poco sale del hambre y la miseria. Es muy difícil tratar de atender insuficiencias básicas y escribir, pintar o diseñar una obra maestra.

Y todo esto me lleva sobre lo que quería escribir. Sobre la atribulada Venezuela que hoy vive su hora más menguada. Ese experimento del paraíso terrenal también se intentó acá, pero no se hizo con los mejores ni con una idea clara del objetivo. Se tomó como modelo un modelo fracasado, el cubano que derivaba del soviético que había corrido la misma suerte.

Se tomaron millones sobre millones de dólares de la renta petrolera para satisfacer la delirante fantasía de un “Socialismo” acuñado como “del siglo XXI”, pero en se realidad adoptó lo peor de las experiencias fracasadas. La propaganda oficial muestra “logros”, “felicidad” pero acá mismo, desde donde estoy sentado puedo ver como los mendigos andan rebuscando sobras en la basura.

Jesus Lopez Cegarra

sábado, enero 21, 2017

La novela de la adversidad



(I)

¿Se escribirá algún día la “gran novela del chavismo”?, o visto desde otra perspectiva ¿Valdrá la pena escribirla, tendrá algún tipo de trascendencia el tema? Contestar esta pregunta en uno u otro sentido puede ser una apuesta arriesgada. Tal vez no se ha empezado a escribir, probablemente no existe la mente brillante que lo pueda ejecutar o no se haga nunca. Pero al menos un autor venezolano, Alberto Barrera Tyzska lo ha intentado y al menos, esa aproximación, ese “ensayo” tiene su mérito.

(II)

Para cualquier venezolano, que viva, haya vivido o escapado la historia de Venezuela que comenzó en 1998, (o quizás en 1992, o tal vez mucho antes, 1958, 1945, 1935... desde donde queramos comenzar a entender este infierno) y que se ha prolongado hasta el presente, es posible identificarse o al menos entender e identificarse con la trama de la novela “Patria o Muerte” de Alberto Barrera Tyzska. Cada escritor es perseguido por los fantasmas y personajes que luego transfiere a las páginas de la obra y Barrera lo hace como una manera de esa búsqueda de la comprensión de la realidad actual de Venezuela.

Leí el libro en unos pocos días. Las pausas que daba eran solo para darle salida a tanta saturación de la realidad venezolana. Si se vive en esta “casa de locos” que llamamos Venezuela es casi nulo el efecto sorpresa en lo que Barrera narra:la violencia, la muerte y el desconcierto que gira alrededor de un país y del personaje que la dominó en los últimos tres lustros: El teniente-coronel Hugo Chávez y más aun, sobre la incógnita y especulación alrededor de su enfermedad y muerte.

(III)

El problema de eso que ahora llamamos “Chavismo” es que no se trata de una ideología. Chávez no era un intelectual, como lo quisieron hacer ver sectores interesados luego del intento de golpe de estado en 1992 (y si hay alguna duda, revisen un libro que se llama “Una Banda Tricolor”, un texto plagado del más burdo patrioterismo y de lugares comunes que parece escrito por un adolescente sin formación), sino más bien un tipo que probablemente tuvo buenas intenciones (“La intención no basta” se dice en ocasiones con severidad para atacar los malos resultados de las buenas intenciones), que tuvo una oportunidad irrepetible en cuanto a apoyo y oportunidades para construir una nación próspera y laboriosa, pero que con el tiempo viró su visión y decidió construir un andamiaje que diera sostén a sus aspiraciones de mantenerse indefinidamente en el poder...pero que para su infortunio la muerte lo alcanzó en la cumbre de su proyecto, solo para heredarle su legado al más despistado de los miembros de su círculo íntimo.

(IV)

No me gustó la novela de Barrera. Entre otras cosas, me molesta que usara una forma literaria como panfleto publicitario para promocionar los libros de alguno de sus “panas” (amigos en Venezuela). Cualquier lector avisado se da cuenta de ese detalle. Eso ya de por sí descalifica cualquier propuesta de ficción. Pero también hay una carencia que toda buena ficción debe tener y es la credibilidad: Una buena ficción es capaz de hacernos creer aun lo que por sentido común sabemos que es imposible: Un hombre que se transforma en bicho o una mujer que tomando unas sábanas se eleva por los cielos. Aunque Barrera toma la cotidianidad venezolana como insumo, hay ciertos momentos en que la “realidad literaria” se ve demasiado forzada y se torna inaceptable o poco creíble para cualquier lector serio.


(V)

Además, leer la novela de Barrera y leer El Nacional” de los últimos 15 años no resulta distinto. Muerte, violencia, injusticia, desgobierno, desazón, incertidumbre, caos, desesperanza, chisme, información-desinformación, populismo, corrupción, patrioterismo, zozobra, mafia, gansters. Entre lo que narra Barrera y lo cotidiano no hay mayor diferencia. No agregó el elemento hedonista que una buena ficción )por más horrible que se a el tema) nos cuente. El único sentimiento que surge de la lectura (y que una simple visión de lo que nos rodea igual puede sugerir de la misma manera y hasta intensidad) es que estamos Venezuela está sumergida en la más putrefacta cloaca...y la esperanza de salir es casi nula. El chavismo logró degenerar al país de norte a sur, de arriba a abajo, de este a oeste, o sea, en cualquier dirección y sentido que recorramos. 

Jesús López Cegarra

La Carta desgraciada

  Esa carta desgraciada Pu ño y letra De mi amada Gualberto Ibarreto El presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, decide ausent...