jueves, diciembre 18, 2014

Jack Kerouak: En el camino




Piensa en lo que podríamos hacer  tú y yo si tuviéramos un coche como este. ¿Sabes que hay una carretera que baja hasta México y luego sigue hasta Panamá…? Y quizá continúe hasta el final de América del Sur donde los indios miden más de dos metros y mascan coca en la montaña (…) recorreríamos el mundo entero en un coche como este (…) en definitiva la carretera tiene que dar la vuelta al mundo.” Jack Kerouak “En el camino”.


“En el camino” de Jack Kerouak era hasta hace poco una de esas deudas literaria que tenía conmigo mismo. Hacía muchos años que un buen amigo y gran lector me recomendaba su lectura. “Desde que abres la primera página, lo que sientes es vértigo” eran sus palabras. No sé si su descripción es exacta,  pero es una aproximación válida: Sus personajes viven la intensidad de moverse de un lugar a otro, probablemente para llenar con aventuras el vacío de una vida con un trabajo convencional, bien sea tras un escritorio, bien sea como un obrero.

Es una novela con un componente autobiográfico de los viajes de Sal Paradise (Jack Kerouak) y Dean Moriarty (Neal Cassidy) a través de ese continente particular que es los Estados Unidos de América, tocando en algún momento otra realidad: México. Son viajes que se hacen en autostop, en buses, en carros robados, en carros prestados, en carros comprados con ahorros de una familia. Tomando trabajos temporales, van sobreviviendo para continuar ese viaje sin fin.

A su manera se trata de la épica del siglo XX del individualismo. Es un rechazo al conformismo que va imponiendo la vida en sociedad, al sedentarismo obligado por las exigencias de la vida moderna, impulsado o justificado por un nihilismo casi inocente, que a toda costa busca escapar de la realidad.
En sus páginas aparecen otros personajes, igual de interesantes que Sal Paradise, que con solo verlos fluir en la novela, descubrimos de quienes se tratan: Carlo Marx (Allen Ginsberg) y Old Bull Lee (William S. Burroughs). Estos, junto al mismo Kerouak, son las cabezas notables de la llamada “Generación Beat”, un movimiento cultural efímero y casi centrado en estas figuras, que cuestionaban el sistema económico y social norteamericano, propugnando la libertad sexual y el libre uso de drogas. Tres obras importantes captan la esencia de ese movimiento: “El Almuerzo Desnudo”, “Aullido” y “En el camino”. La influencia Beat en la década de los 60 fue más que evidente.

De la lectura de esta novela, algunas reflexiones me vienen a la mente: si esa “libertad absoluta” y que casi raya en lo irresponsable realmente tiene algún efecto positivo en la creación de una obra duradera. Si eso que vemos románticamente como libertad, raya más en la posibilidad de ser víctima de la “Ley del más fuerte”.

Se requiere de un talento natural para transformar la miseria, el hambre, el trabajo embrutecedor y esclavizante, los días sin saber donde dormirás o comerás, en una obra literaria perdurable, pero ese talento requiere también cierta disciplina para sentarse frente a la máquina y plasmar en el papel lo que está en la imaginación.

Al menos Kerouak lo demostró tener ambas cualidades, escribiendo “En el camino” en un rollo de papel contínuo durante tres semanas, si damos crédito las leyendas que se han tejido al respecto. En contraste con Neal Cassidy, quien seguramente era un personaje interesante que ha servido de inspiración para Kerouak y otros escritores, que no dejó tras de sí una obra trascendente.

Aunque “En el camino” tiene sus altibajos (momentos de gran lirismo, momentos humanos y partes algo aburridas) en su conjunto es una novela que retrata un momento y un estado de ánimo que invadió a EEUU y se diseminó por el mundo pero que no trascendió en el tiempo: Un individualismo, en momentos inocente, en momentos autodestructivo pero que no tenía modo de competir con la realidad dura y despiadada que nos rodea. 

Jesús López Cegarra

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