martes, septiembre 25, 2012

El Poeta y la Revolución Mundial

Un viejo amigo (lo sigo llamado amigo, aunque tengo años sin saber de él, la última vez que hablamos fue para invitarle a mi matrimonio, que por cierto no asistió, lo que no es motivo de molestia) me contó una anécdota que vivió con el laureado poeta, Don Pablo Neruda.

Antes de hablar del poeta, tal vez conviene que haga memoria de mi amigo JRR. Eran los años 60 del siglo XX. Período de gran efervescencia mundial. La guerra mundial, los hippies y su individualista percepción del mundo. En Venezuela guerrilla urbana, intentos de golpes de estado de derecha y de izquierda, guerrilla urbana… (Bueno de esto no sé mucho pues era un niño en ese entonces), pero JRR lo vivió. Por lo que me contó, pertenecía al Partido Comunista de Venezuela, y entre sus actividades estaba el adoctrinamiento en los barrios pobres de Caracas.

En algún momento de ese turbulento período, vino el poeta Neruda a Venezuela. Se hospedó en la casa de Miguel Otero Silva, otro escritor de tendencia comunista, pero que (al igual que Neruda) disfrutaba los placeres mundanos. Los jóvenes universitarios de izquierda deseaban a todo trance que Neruda, una celebridad mundial, realizara un recital, hablara sobre la revolución mundial. Un espaldarazo del poeta era la chispa que encendiera esa sabana de paja seca que era el subcontinente iberoamericano. JRR, como líder universitario, fue el delegado para ¿convencer?, ¿invitar?, ¿reclamar? al poeta. Se presento en la casa de Otero Silva, y allí le explicó a la doméstica que le abrió las razones de su presencia. - Espere un momentico, seguramente le dijo. Allí esperó un rato largo. Salió nuevamente la doméstica y para decirle:

- El poeta no se encuentra en este momento. 

Pero JRR no se podía rendir. Era su tarea revolucionaria y además, con sólo explicar al poeta sus intenciones, este entendería y se alistaría a cumplir su parte. Se quedó allí afuera, esperando. De repente vio que el Poeta salía de la casa y se montaba en un vehículo con Otero y se largaban. JRR no entendió lo que pasaba. ¿Estaría el poeta durmiendo y por eso no lo encontraron… o bañándose?... pero ya estaba allí, no podía retroceder. Era cuestión de esperar ¿3-4 horas?, hasta que volviera. Así hizo. Lo esperó por un largo tiempo hasta que los vio regresar. Se apresuró a tocar el timbre de la casa. Abrió la puerta la misma señora. Le dijo que espera. Volvió para decirle:

- El poeta no se encuentra en este momento.

- Espere, le respondió, lo acabo de ver llegar, sé que está acá. Dígale que soy el Presidente de la Federación de Centros Universitarios. Que queremos invitar al poeta a dar algún recital y que nos hable. Que me dé cinco minutos para explicarle.

La señora le miró y le dijo:
- Espere un momento. Pasaron los minutos.

Alguien venía, no era la señora, sino un hombre con el ceño fruncido y en un tono molestó le dio le dijo:
- El poeta cobra en dólares.

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