domingo, mayo 01, 2022

Reflexiones sobre John Fante (1909-1983)


John Fante es uno de los grandes escritores hoy en día poco recordados y que probablemente tampoco fue de mucha difusión en vida. Fue por las referencias de Charles Bukowski en sus poemas y libros que supe de su existencia. En el prólogo a la novela “Ask the dust” Bukowski cuenta cómo esta corta novela tuvo un efecto sustancial en su carrera como escritor, y a tal punto su personaje principal caló en su subconsciente que como defensa ante los ataques de su mujer borracha manifestaba: “¡No me llames hijo de perra!, Soy Bandini, Arturo Bandini.

Además del prólogo, Bukowski dedicó al menos dos poemas a quien con el tiempo no sólo fue una gran influencia literaria, sino su amigo. En “The wine of forever”, dice sobre el estilo de Fante:

Fante´s pure magic and

emotions

hang on the simple

clean

line

Descripción cierta. Fante parte de sus vivencias para ir construyendo la vida Arturo Bandini, un aspirante a escritor que alardea de los retazos de publicaciones suyas que van apareciendo de manera inorgánica por obra de su agente. Gracias a la manera personal, directa y sin artificios, vamos descubriendo a este singular y contradictorio personaje.

Entre “Ask the dust” (1939) y “Dreams from Bunker Hill” (1982) hay más de 40 años de diferencia. En una su autor que apenas abandonaba su adolescencia escribe esta gran novela.  En la segunda está a escasos días de su muerte. Pero en ambas hay algo cautivador y vital que las une como si esa diferencia en tiempo fuera irreal y el Fante de 1939 y de 1982 fueran la misma persona.

En “Ask the dust” se aprecia un Arturo Bandini algo distinto. En esta novela Bandini, es el joven escritor forcejeando con las adversidades. Pero además su formación religiosa, su visión moralista del cristianismo, proveniente de sus raíces italianas, permean en la actitud y pensamiento del personaje. A diferencia de un Miller, o del mismo Bukowski, quienes reflejaban más un nihilismo desafiante que rezumaban cierto humor caustico, Fante se acerca más a la tragedia, especialmente la del amor disfuncional y vicioso.  

En “Ask the dust”, Bandini nos dice:

“The world was dust, and dust it would become. I began going to Mass in the mornings. I went to Confession. I received Holy Communion. I picked out a little frame church, squat and solid, down near the Mexican quarter. Here I prayed. The new Bandini, Ah life! Thou sweet bitter tragedy, thou dazzling whore that leadeth me to destruction! I gave up cigarets for a few days. I bought a new rosary. I poured nickels and dimes into the Poor Box. I pitied the world.”

Pero Bandini tiene también de esos personajes recreados por Miller o Bukowski: creen en su apostolado como escritores, en su misión, en la importancia que sus palabras tendrán. Bandini es apenas un escritor a quien le habían publicado un par de cuentos, pero esas escasas publicaciones eran su carta de presentación frente al mundo.

Fante, a pesar de ser un gran escritor, no contó con el reconocimiento del público general, sino que fue más bien un escritor de culto conocido por unos pocos. Su salud física fue muy pobre, al punto que quedó ciego hacia el final de su vida y amputado de ambas piernas.  Su última novela, “Dreams from Bunker Hill” la dictó a su esposa. Y allí, con la muerte acechando, en una prosa clara, lírica y honesta nos deja un manifiesto emotivo:

“(…) I felt better, no longer tired. I went to the typewriter and sat before it. My thought was to write a sentence, a single perfect sentence. If I could write one good sentence I could write two and if I could write two I could write three, and if I could write three I could write forever. But suppose I failed? Suppose I had lost all of my beautiful talent? Suppose it had burned up in the fire of Biff Newhouse smashing my nose or Helen Brownell dead forever? What would happen to me? Would I go to Abe Marx and become a busboy again? I had seventeen dollars in my wallet. Seventeen dollars and the fear of writing. I sat erect before the typewriter and blew on my fingers. Please God, please Knut Hamsun, don't desert me now. (…) I looked at it and wet my lips. It wasn't mine, but what the hell, a man had to start someplace.”

Jesus Lopez Cegarra

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