viernes, noviembre 25, 2022

Rafael Cadenas – Premio Cervantes 2022

 Hace unas pocas semanas, le fue conferido al escritor venezolano Rafael Cadenas el Premio Cervantes de Literatura. Este premio, no es una exageración, es de los más prestigioso en el mundo de las letras y quienes lo han recibido forman parte de un selecto grupo de autores universales, tres de ellos además también galardonados con el Premio Nobel. 

El premio recibido por Cadenas, aunque celebrado por un reducido grupo de intelectuales en Venezuela, ha pasado muy por debajo de la mesa. La importancia de este galardón, de haber un gobierno civilizado en nuestro país, debía ser casi una celebración nacional, un reconocimiento del aporte de este escritor a las letras hispanas y mundiales. 

Obviamente hay una repulsión mutua entre la actual dictadura venezolana y el poeta. Ambos se ubican en las antípodas, la primera representa la opresión, corrupción y barbarie y Cadenas encarna una palabra esencial: la civilización. 

A Cadenas lo vi en el pasado en Caracas en varias ocasiones, en las calles y en algunas en librerías. En estas en una actitud de un lector más y no la de uno de los grandes poetas venezolanos. Algunos de quienes le reconocían (no eran muchos) se le acercaban y trataban con deferencia. Yo prefería no molestarlo y escucharlo desde la distancia. Y aun a respetuosa distancia se puede percibir que es un hombre tímido.

Confieso que he leído poco de Cadenas, no por falta de entusiasmo a su obra, sino porque muchos de sus libros son rarezas. Pero hay dos libros suyos que forman parte de esas lecturas que en lo personal considero esenciales. Una es un breve ensayo que se llama “En torno al lenguaje”. Pero su brevedad es compensada por la densidad de sus reflexiones. Cadenas hace referencia a la mecanización de la educación, consecuencia de la masificación, que ha conllevado a la pérdida de calidad. Pero también reflexiona, y es lo medular del libro, sobre la importancia del lenguaje para ser realmente libres o permanecer alienados.

Otro libro suyo que me ha acompañado desde hace unos cuantos años es una Antología publicada por Monte Ávila que adquirí en aquella librería que tenía la editorial en el Complejo Cultural Teresa Carreño, que me parece recordar la última vez que pasé por allí, había desaparecido. Todos los textos allí reunidos son muestra de la maestría de Cadenas, pero quizás el que más me impresionó es el titulado “Derrota”.

Celebro como una victoria venezolana el premio otorgado al poeta Rafael Cadenas. Ojalá en un futuro no lejano este inmenso reconocimiento a la literatura venezolana pueda ser aplaudido por todos como un momento cimero en nuestra cultura nacional y latinoamericana.

Jesús López Cegarra


domingo, agosto 21, 2022

Los restos del día. Kazuo Ishiguro (1954)


Aunque es lugar común hablar de la importancia social e individual del trabajo, no todo trabajo es igual. En las legislaciones, una persona que debe picar piedra todo el día hace una labor equivalente a una que está detrás de un escritorio tras una computadora. Socialmente también hay trabajos que, conforme a la percepción general, pueden dar un mayor o menor prestigio. Generalmente, las labores manuales son de menor consideración, a pesar de que la mayoría son de gran utilidad para la mayoría.

Entre los trabajos que generalmente son útiles y no gozan de gran aprecio son los relacionados con el servicio doméstico, a pesar de que muchas de quienes ejercen estas tareas están en contacto con una parte de nosotros que los demás no conocen: nuestros hábitos, nuestras intimidades y hasta nuestros secretos.

Sin embargo, y partiendo de la novela “Los Restos del día” (The remains of the day) del escritor Kazuo Ishiguro, vemos que el “mayordomo”, no solo es una creación inglesa (no se dejen engañar por el apellido del autor, es un escritor de habla inglesa por derecho propio), que hasta tiene su propia institución para definirlo y reglamentarlo: la “Hayes Society”. 

Los criterios para calificar como “mayordomo” son a la vez elitistas y ambiguos. Piden que el aspirante a esta sociedad esté vinculado a una “casa distinguida” y además “posea la dignidad propia de su condición”. Mr. Stevens, como narrador de la historia y mayordomo, se toma un tiempo otorgado por su nuevo amo, el americano Mr. Farraday para viajar por su país y repasar su obra y en cierto sentido meditar sobre ese concepto tan etéreo: la dignidad.

Por muchos años, Stevens sirvió a una de las familias de mayor prestigio de Inglaterra, la familia Darlington, en particular con Lord Darlington. Stevens asume que su papel de mayordomo es una misión de apoyo a otra de mayor alcance y por tanto requiere de su mayor atención y compromiso. Lord Darlington aspira ser un factor determinante y decisivo en buscar paz y entendimiento en los complicados años previos a la Segunda Guerra Mundial.

“Los restos del día” es el testamento de Stevens,  en cierto sentido justificando su vida y lo que significó ser Mayordomo al servicio de una las familias de mayor tradición en su país. Su motivación esencial era ser un sirviente eficiente y que todo el engranaje del cual el era pieza fundamental funcionara de manera fluida, satisfaciendo los valiosos propósitos de su amo Lord Darlington.

Son tiempos en que Europa busca a toda costa evitar una guerra de amplias proporciones. Darlington es de la opinión que las duras sanciones a Alemania después de la primera guerra mundial, no solo la están afectando económicamente, sino que otros países, especialmente Francia no dan concesiones para aligerar la dura carga que lleva Alemania, mientras EE. UU. se mantiene en una posición más pragmática, solo por el interés de recuperar los costos que asumió en la conflagración.

Darlington tiene claras simpatías hacia Alemania y hacia el régimen que por ese entonces gobernaba. De manera inicialmente disimulada pero más adelante más evidente, se puede ver como este, más que un factor de simpatía hacia Alemania, es más un instrumento con el que se busca influir en las decisiones del gobierno inglés para favorecer las aspiraciones de dominación alemanas, todo disfrazado de lo que parece un bien mayor: La paz.

Stevens filosofa sobre la importancia tras bastidores de su trabajo. En la medida que todo funcione intachablemente en la casa mientras tienen lugar la serie de conferencias que Darlington patrocina, ese bien superior que se busca puede ser logrado. Stevens asume que su amo es un hombre bien intencionado, que sabe lo que hace y que la labor mesiánica que adelanta tiene sentido y su contribución es apoyarlo trabajando de manera incansable en las labores domésticas. 

El lado oscuro de su reflexiones es que Stevens asume su papel de manera acrítica. Cuando su amo le pide despedir a los integrantes de la servidumbre que fueran de origen judío, Stevens, a pesar de que en su fuero interno no coincidía con su amo, ejecuta la orden. La única justificación de Darlington era que la presencia de personal judío podía incomodar a alguno de los invitados que frecuentaban la casa.

Esta acción odiosa es cuestionada por Miss Kenton, la ama de casa y principal colaboradora de las labores en la mansión, otro personaje de gran peso e importancia en el desarrollo de la novela.

En la novela además, aunque no se manifieste de manera evidente, hay también una historia de amor frustrada. Stevens y Miss Kenton logran sobrevivir sus diferencias porque hay una atracción mutua que ocultan bajo las formalidades del trabajo. Miss Kenton cuestiona de manera dura la forma de proceder de Stevens, y Stevens resiste los cuestionamientos. Los ataques de ella y la tolerancia del otro no son más que un amor disimulado que nunca logra manifestarse por la manera ciega en que Stevens ejecuta sus funciones de mayordomo intachable.

Porque Stevens nunca se para a pensar, a criticar, a debatir con su amo las decisiones de su amo, aun cuando su consciencia le pudiera decir lo equivocada que eran algunas órdenes. Su tranquilidad se basaba en ejecutar sin preguntar y en su percepción de pertenecer a la casta de mayordomos dignos, no en un sentido moral y humano, sino en la que dictaba la “Hayes Society”. 

Los restos del día es probablemente la obra que le dio mayor proyección a Ishiguro, la acompañó  una versión cinematográfica protagonizada por Anthony Hopkins y Emma Thompson. La novela en sí misma tiene un gran valor artístico: a pesar de ser narrada desde la perspectiva de un ser tan unidimensional y frustrante como Stevens, quien sirve sin discusión a un personaje despreciable, contrario a los valores que la verdadera dignidad representa, su historia y sus tribulaciones logran captar el interés del lector. Su visión del mundo logra cuestionarnos: no se puede ser ajeno al dolor y sufrimiento de otros y nos muestra a Miss Kenton como la contraparte que quiere sacudir esa visión mojigata en sus propios cimientos, tanto en lo personal, en lo profesional como en lo afectivo.

Jesus Lopez Cegarra

sábado, julio 23, 2022

Las desventajas de la improvisación (I)

En Venezuela es de buen gusto ser un orador que improvisa. Levantarse al llamado, ir al podio y soltar, con cierta coherencia, el discurso sobre cualquier tema. La ventaja, en la mayoría de las veces es que el público probablemente sea un poco más ignorante que el orador. Lo recomendable en ese momento es hablar sin frenar, usando palabras que suenen a elocuencia. 

Y no parar de hablar, usando palabras lustrosas, sin importar que el discurso sea hueco.

Hay que proferir algo grandioso. Especialmente alguna aguda ocurrencia que mueva a la audiencia, eso realmente ayuda.

No hay que olvidar la predisposición natural a las palabras rudas. Aunque en mi caso, me gusta aplicarlas si se da el momento. Pero si alguien sale con un “carajo”; un “coño” sin prevenir al público de su necesario uso, será tomado como un signo de descortesía, de innecesaria hostilidad y será tomado como un signo de limitación intelectual.

En nuestro entorno se oye soltar mucho “marico”, “coño” como expresiones corrientes, pero son más como un relleno, como una frase que se repite por hábito. Generalmente buscan ocultar vaciedad de ideas.

Algunos “odiadores” ven esas expresiones como parte del discurso vacío de los hablantes.

Al hablar de “odiadores”, más de uno lo asocia a la palabra inglesa “hater”, que hoy en día es más usada que su equivalente en español. Pero ese es otro tema para otra conversación.

Es uso excesivo de anglicismos, generalmente equivalen a la ignorancia de nuestra lengua.

Vale decir que ambos idiomas son hermosos en su propio derecho.

Trascendencia

 No hay nada trascendente 

En el suicidio

Lloran un día los más cercanos. 


En una semana el resto 


Estarán 


Bebiendo café 


Bebiendo cerveza 


Haciendo el amor


Mientras aquel raro acontecimiento 


Dejará de importar

domingo, mayo 01, 2022

Reflexiones sobre John Fante (1909-1983)


John Fante es uno de los grandes escritores hoy en día poco recordados y que probablemente tampoco fue de mucha difusión en vida. Fue por las referencias de Charles Bukowski en sus poemas y libros que supe de su existencia. En el prólogo a la novela “Ask the dust” Bukowski cuenta cómo esta corta novela tuvo un efecto sustancial en su carrera como escritor, y a tal punto su personaje principal caló en su subconsciente que como defensa ante los ataques de su mujer borracha manifestaba: “¡No me llames hijo de perra!, Soy Bandini, Arturo Bandini.

Además del prólogo, Bukowski dedicó al menos dos poemas a quien con el tiempo no sólo fue una gran influencia literaria, sino su amigo. En “The wine of forever”, dice sobre el estilo de Fante:

Fante´s pure magic and

emotions

hang on the simple

clean

line

Descripción cierta. Fante parte de sus vivencias para ir construyendo la vida Arturo Bandini, un aspirante a escritor que alardea de los retazos de publicaciones suyas que van apareciendo de manera inorgánica por obra de su agente. Gracias a la manera personal, directa y sin artificios, vamos descubriendo a este singular y contradictorio personaje.

Entre “Ask the dust” (1939) y “Dreams from Bunker Hill” (1982) hay más de 40 años de diferencia. En una su autor que apenas abandonaba su adolescencia escribe esta gran novela.  En la segunda está a escasos días de su muerte. Pero en ambas hay algo cautivador y vital que las une como si esa diferencia en tiempo fuera irreal y el Fante de 1939 y de 1982 fueran la misma persona.

En “Ask the dust” se aprecia un Arturo Bandini algo distinto. En esta novela Bandini, es el joven escritor forcejeando con las adversidades. Pero además su formación religiosa, su visión moralista del cristianismo, proveniente de sus raíces italianas, permean en la actitud y pensamiento del personaje. A diferencia de un Miller, o del mismo Bukowski, quienes reflejaban más un nihilismo desafiante que rezumaban cierto humor caustico, Fante se acerca más a la tragedia, especialmente la del amor disfuncional y vicioso.  

En “Ask the dust”, Bandini nos dice:

“The world was dust, and dust it would become. I began going to Mass in the mornings. I went to Confession. I received Holy Communion. I picked out a little frame church, squat and solid, down near the Mexican quarter. Here I prayed. The new Bandini, Ah life! Thou sweet bitter tragedy, thou dazzling whore that leadeth me to destruction! I gave up cigarets for a few days. I bought a new rosary. I poured nickels and dimes into the Poor Box. I pitied the world.”

Pero Bandini tiene también de esos personajes recreados por Miller o Bukowski: creen en su apostolado como escritores, en su misión, en la importancia que sus palabras tendrán. Bandini es apenas un escritor a quien le habían publicado un par de cuentos, pero esas escasas publicaciones eran su carta de presentación frente al mundo.

Fante, a pesar de ser un gran escritor, no contó con el reconocimiento del público general, sino que fue más bien un escritor de culto conocido por unos pocos. Su salud física fue muy pobre, al punto que quedó ciego hacia el final de su vida y amputado de ambas piernas.  Su última novela, “Dreams from Bunker Hill” la dictó a su esposa. Y allí, con la muerte acechando, en una prosa clara, lírica y honesta nos deja un manifiesto emotivo:

“(…) I felt better, no longer tired. I went to the typewriter and sat before it. My thought was to write a sentence, a single perfect sentence. If I could write one good sentence I could write two and if I could write two I could write three, and if I could write three I could write forever. But suppose I failed? Suppose I had lost all of my beautiful talent? Suppose it had burned up in the fire of Biff Newhouse smashing my nose or Helen Brownell dead forever? What would happen to me? Would I go to Abe Marx and become a busboy again? I had seventeen dollars in my wallet. Seventeen dollars and the fear of writing. I sat erect before the typewriter and blew on my fingers. Please God, please Knut Hamsun, don't desert me now. (…) I looked at it and wet my lips. It wasn't mine, but what the hell, a man had to start someplace.”

Jesus Lopez Cegarra

miércoles, marzo 16, 2022

Ahí afuera

 Está por amanecer y veo la montaña a través de una pequeña ventana.

Hace frío. Silencio.

¿Cómo saber que sería la última vez que estaría allí?

Todo quieto, inmovilizado, no hay ruido que perturbe la paz afuera, la mía la interna.

Adiós Mérida, ¿Cómo saber que era la última vez?

La Carta desgraciada

  Esa carta desgraciada Pu ño y letra De mi amada Gualberto Ibarreto El presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, decide ausent...